La Paz es esto: "Caminando la palabra" en San José de Apartadó

La Paz es esto: "Caminando la palabra" en San José de Apartadó

Por: Chris Courtheyn
noviembre 08, 2013
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"Caminando la palabra" fue la manera como describieron los participantes la Peregrinación Por La Vida a Rodoxalí que realizamos recientemente en esta región tan ensangrentada del Urabá.

Organizada por la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, la peregrinación fue acompañada por 150 personas que llegaron a la vereda de Rodoxalí para confrontar la presencia de grupos paramilitares. La peregrinación se organizó en respuesta a cuatro asesinatos, a reportes de que los paramilitares secuestraron y desaparecieron a un joven y que habían exigido a los campesinos de la zona que les colaboraran con informaciones y provisiones. Unas aproximadamente 28 familias huyeron de sus casas en terror.

Desafortunadamente, tales incidentes no son nada nuevos. Tanto paramilitares, con complicidad de la policía y el ejército, como los grupos guerrilleros han asesinado y desplazado a centenares de personas y comunidades en la región de Urabá desde los años de 1990. Esto hace necesario preguntarnos: ¿Cómo se puede lograr "la paz" en tal contexto?

Como parte de su lucha comunitaria, la cual ya lleva 16 años defendiendo la sobrevivencia y la auto-determinación de la población civil y campesina de la zona amenazada por los diferentes actores armados, la Comunidad de Paz de San José de Apartadó hizo un llamado a periodistas, académicos, miembros de sus 11 veredas, delegados de otras comunidades campesinas e indígenas, y organizaciones de acompañamiento internacional para juntarse a la caravana. A partir del domingo 6 de octubre, marchamos por varios asentamientos de la Comunidad de Paz y por otras veredas aledañas para llegar a Rodoxalí.

Al llegar, los líderes de la Comunidad de Paz propusieron a las seis familias que todavía quedaban en el caserío que las acompañáramos por unos días. Alegres, ellos aceptaron y dijeron que allí no se había visto a un grupo de gente tan grande desde hace dos décadas. La vereda era un gran asentamiento con mucha vida, además de lugar de torneos locales de fútbol antes que los paramilitares y el Ejército Nacional desplazaran forzosamente a la población, matando a muchos de los habitantes y quemando la mayoría de las viviendas, para de esa manera iniciar el proyecto hidroeléctrico Urrá.

En esta visita la gente mencionó la fuerte presencia paramilitar que tiene lugar en el presente en la zona y la circulación de un panfleto recientemente distribuido por los paramilitares en el que declaran su solidaridad con los campesinos a pesar de saberse en la región que los paramilitares lo que están realizando realmente es mantener su control del territorio y sus recursos. En el camino nuestra caravana se encontró con unos soldados acampados cerca de una vivienda en donde paramilitares habían recientemente permanecido. Curiosamente, al interpelarles por lo que está ocurriendo en la zona nos dijeron que no tenían ninguna información sobre la presencia paramilitar ni el secuestro del joven.

Pusimos nuestras hamacas en varios ranchos desocupados. La casa abandonada en que mi grupo se instaló nos produjo escalofríos. En dos habitaciones vimos ropa tirada que cogió moho por la humedad. En la cocina, encontramos una caja de harina que se había caído y estaba pudriéndose. En los alrededores unos pollitos y patitos rebuscaban comida debajo de unos árboles de limón y cacao.

Cuando las familias se desplazan simplemente salen con lo que pueden llevar en sus espaldas y en el caballo. Salen con sus hijos y los animales grandes que logran llevarse con ellos. Ese es parte de su capital, como en ésos están los ahorros de una familia campesina. La mayoría de pertenencias se dejan atrás, probablemente se pierden para siempre.

Durante la peregrinación no observamos ningún paramilitar. Uno de los días de nuestro acompañamiento caminamos a un sitio aledaño donde supuestamente estaban acampando, pero se habían retirado de allí. La Comunidad de Paz reflexionó en su comunicado con ocasión de los hechos acontecidos: "Nos preguntamos, por qué ellos no dan la cara? y la única respuesta que encontramos es que, ellos jamás serían capaces de justificar sus crímenes."
Oficialmente, el gobierno colombiano afirma que no existen "paramilitares" en Colombia. El Estado reporta que, además de la guerrilla, solamente hay "bandas criminales" al servicio del narcotráfico. Nuestra delegación, compuesta por varios países y por organizaciones de acompañamiento internacional como el Movimiento de Reconciliación (Fellowship of Reconciliation FOR) puede ser como testiga de que los paramilitares siguen actuando en el país. La tarea del acompañamiento internacional es difundir estos hechos de violaciones de derechos humanos al mundo para proteger a las y los pobladores de la zona. Delegados colombianos comentaron que sin el acompañamiento de organizaciones como FOR —que la Comunidad de Paz posicionó adelante en la caravana para estar al frente de cualquier encuentro con un grupo armado y hacer esa observación internacional visible— los paramilitares no se habrían retirado.

Cuando salimos de Rodoxalí los habitantes dijeron que la visita fue estimulante, que se sintieron acompañados, y nos invitaron a volver. Al concluir la peregrinación en la Aldea de Paz de Mulatos de la Comunidad de Paz, nos pusimos a reflexionar sobre lo que ocurrió y lo que habíamos hecho. Con testimonios locales habíamos confirmado los trágicos desplazamientos forzosos ocasionados por la presencia paramilitar. Nuestra visita había servido como un alivio temporal para aquellas familias que continúan resistiendo y la delegación se comprometió a realizar visitas futuras.
Nuestro grupo civil había hecho a un grupo armado de muerte correr al monte. La peregrinación demostró que la acción colectiva de campesinos, caminando junto con acompañantes solidarios, puede abrir espacio para que gente resista al desplazamiento y disfrute los frutos de su trabajo agrícola con dignidad. Esperamos que la respuesta de los paramilitares frente a este acto de solidaridad sea abstenerse de cometer más asesinatos y desplazamientos forzosos, y que la fuerza pública cumpla con su rol de respetar a la población civil. Como la Comunidad de Paz declaró en su comunicado: al respecto: "Las armas no nos intimidarán, y ante los sembradores de la muerte nuestras opciones serán siempre por la vida".
Bastante significativo fue nuestro caminar en este Peregrinaje. Algunas partes del camino fueron desafiantes, sin embargo la solidaridad entre quienes caminamos hicieron posible enfrentarlas. Unos a los otros ayudaron para que se sacaran las botas hundidas en el pantano. Se dieron la mano mientras se brincaba de una piedra a otra para poder cruzar los ríos. Los líderes de la Comunidad de Paz hicieron nuestro compromiso explícito al principio: "Estamos en una zona de guerra, pero no dejaremos que nadie se quede atrás".

Una de las grandes lecciones con las que ha contribuido la Comunidad de Paz de San José de Apartadó es la de re-pensar y practicar "la paz". La paz usualmente se refiere a un estado de "armonía" idealizado en el futuro. Pero, la paz imaginada como esa utopía vaga o hasta indefinida como el opuesto de una "violencia" igualmente vaga, es un término sin sentido. Hasta el guerrerista más brutal justificará sus acciones como parte de la búsqueda de "la paz". Entonces, si dejamos nuestra comprensión de la paz a un término meramente contrario a la guerra, relegamos en los actores y sus negociaciones, grupos armados y el Estado, la posibilidad de vida construida autónomamente. Esa posición significa renunciar a nuestra propia agencia. La Comunidad de Paz plantea que aun cuando la guerra sigue, no podemos cederle a los grupos de opresión y dominación nuestro poder de crear la vida que merecemos. La tarea urgente es crear una paz de dignidad y auto-determinación comunitaria aquí y hoy.

Esta peregrinación señala la praxis de la paz a través de la frase de algunos participantes de "Caminando la palabra." Caminamos la palabra, no simplemente profesando alguna noción vaga de la paz, sino realmente generando relaciones de apoyo mutuo y amor mientras marchamos en solidaridad con las familias amenazadas de Rodoxalí. Se espera que esta caravana habilite posibilidades para que los campesinos puedan quedarse en y trabajar sus tierras, ya con una red de apoyo más amplia que incluye la Comunidad de Paz, periodistas, académicos, y organizaciones de derechos humanos.

Mientras caminábamos vivíamos la paz que queremos tener. Cumplimos con el dicho compromiso de que "nadie en la caravana se quede atrás", como muestra de un rechazo a la lógica del individualismo y la competencia. Es una afirmación que a su vez plantea que hay que defender la vida de todos como un proyecto político colectivo. Lo podemos hacer, y hacerlo ya, caminando y trabajando juntos en solidaridad, comunidades campesinas e indígenas, académicos, periodistas y acompañantes internacionales. En las palabras de una líder de la Comunidad de Paz: "La paz es todos juntitos trabajando de acuerdo a una misma idea ... La paz es comunidad".

Chris Courtheyn es estudiante de doctorado en Geografía de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill. Ha sido acompañante del Movimiento de Reconciliación (FOR). Un agradecimiento especial a Luke Finn, Michaela Soellinger y John Lindsay-Poland de FOR y a Diana Gómez de Hijos e Hijas Por La Memoria y en Contra de la Impunidad y de de la Universidad de Carolina del Norte por sus ideas y las revisiones que tanto contribuyeron a este artículo.

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