Los nariñenses están ad-portas de asistir a un desenlace fatal, porque el “Corazón del Mundo” está a punto de estallar ante la inestabilidad emocional que se vive al interior del cuerpo administrativo. Este está conformado por el novel gobernador, a quien le sobra carreta para embaucar, pero que no muestra resultados que beneficien a la comarca, tal como lo hizo cuando fue senador. Lo único que imaginó fue inventarse una supuesta revocatoria de los congresistas, con quienes terminó en Nariño haciendo alianza para ser elegido. Pasó de revocador a aliado, sin más ni más.
Existen bufones políticos que se encargaron de inflar la imagen de un supuesto presidenciable, que ganó audiencia en una consulta interna de su partido verde, financiada con altísimos recursos. El anterior gobernador, Raúl Delgado, en un acto irresponsable con el departamento de Nariño, se vistió de verde de la noche a la mañana, puesto que él fue elegido con el aval de la ASI. Se puso al frente de la campaña de Romero, poniendo a su servicio toda su capacidad individual de trabajo y prestigio ganado alrededor de los años, olvidándose que en el departamento se requería de una persona, que en primer lugar, debería conocer al departamento y por lo menos haber vivido en él en los últimos años. Su orgullo de ser soberbio, le impidió mirar más allá de las narices. Dejó a un lado eso que se llama lealtad, para aceptarle a Antonio Navarro, la candidatura del actual mandatario seccional.
Los dos y la jauría de los tradicionales gamonales politiqueros, quienes ya habían sido separados del poder decisorio de gobernar a Nariño y a Pasto, lanzaron la red para pescar en río revuelto. Es bueno aclarar que se quedaron por fuera de ese combo un senador liberal y un representante de la U, que lanzaron su propio candidato.
El Clan Romero, logró su cometido, padre e hijo, orientando el uno, los destinos del departamento y el otro al frente de la alcaldía de la segunda ciudad (Ipiales), a la que también le cambiaron el poético nombre de “la ciudad de las nubes verdes” por el de “la capital del sur”.
La ingenuidad de Raúl, a quien por cierto en el próximo pasado, Ricardo el padre, lo bautizó con el sobrenombre de Rataúl, se puso en evidencia; cuando nombraron a Alfonso Escobar como director del Plan Todos Somos Pazcífico y era su cuota como Jefe de Planeación; le dieron mate burocrático, pues nunca le reintegraron esa posición. De ahí en adelante las relaciones entre los dos se enfriaron, porque como ñapa le quitaron el respaldo al senado del 2018 que era parte del acuerdo electoral, puesto que como familia al estilo siciliano, todo es para ella, le montaron la candidatura de un pariente cercano, que ni siquiera es de la región.
Por estos días, Mario Viteri Palacios, Jefe Planeación, renunció al cargo de forma irrevocable, este ingeniero era la ficha de Navarro y lo hizo a instancias de su jefe, quienha manifestado que “no quiere ver ni oír” de lo que está pasando en la gobernación. También presentó su carta de dimisión Natalia Vallejo, jefa de contratación. Estos dos cargos hacen parte de la columna vertebral de cualquier aparato administrativo y gubernamental.
En los pasillos de la gobernación cunde el miedo entre los trabajadores, la paranoia y la depresión se ha apoderado de los altos funcionarios, incluido el primer mandatario, quien ve en sus colaboradores, a unos potenciales delatores. Todas las decisiones de importancia se toman en familia y hace mucho tiempo que no se convoca a consejo de gobierno.
Otros temas que tienen al borde de un ataque de miocardio a la administración del “Corazón del Mundo” y “Gobierno Abierto” son: la venta irregular de 80.000 cajas de aguardiente de la cual escribí un artículo con 20 folios de soporte como pruebas; la pérdida de 14.000 estampillas desde la maquila que distribuye el licor; el convenio interadministrativo, celebrado entre la gobernación y la alcaldía de su padre por valor de 3.300 millones, según el cual se debería prestar el servicio de conectividad a las instituciones educativas del departamento y que ha sido objeto de debate en la Asamblea Departamental, por presentar serias irregularidades, como por ejemplo de que la empresa estatal UNIMOS, no cuenta con la capacidad tecnológica mínima para cumplir con el objeto del convenio, como lo denunciaron los rectores en la Duma, además de que en el momento de firmarlo la empresa se encontraba en proceso de liquidación y que subcontrataron servicios, con una empresa de la cual había sido socio mayoritario quien funge como gerente de UNIMOS.
