Hubo un momento, hace un par de años, en el que nos sorprendimos creyendo que el cine de súperhéroes había llegado definitivamente a la mayoría de edad. Estas películas no solo eran un medio para mostrar la última tecnología en efectos especiales sino que se preocupaban por crear personajes llenos de contradicciones y sobre todo por contarnos una historia. Celebramos el advenimiento de Los vengadores y todos nos hicimos los de la vista gorda al aplaudir el fascismo intrínseco que tiene cada súperhéroe. Pero la magia con Marvel empezó a romperse con la tercera parte de Iron man. Al parecer el estudio recibió la orden de que los muchachas pensaran menos y disfrutaran más. El resultado se vio en taquilla; por increíble que pareciera los números continúan creciendo y nada, absolutamente nada parece calmar el hambre de billetes que tienen los estudios.
Sacrificaron a un sector de la población adulta que disfrutaba con estas historias para buscar satisfacer al público juvenil que desea sentirse no en una película sino en un video juego y también para darle gusto a los seguidores del comic que se quejaron de que la película no fuera tan fiel a la obra de Stan Lee. Este reclamo generalizado y la posterior obediencia de los estudios preocupa un poco ya que dejaremos de ver personajes tridimensionales para sumergirnos en el universo plano del comic. En los primeros capítulos de la cuarta temporada de The Walking Dead se está viendo esa necesidad de ser fiel a la obra original y los resultados, hay que decirlo, han sido nefastos.
Pero bueno, a todas estas ¿Quién puede negar la espectacularidad visual de Thor Un mundo oscuro? ¿Su impresionante diseño de arte cuidadosamente fabricado en un ordenador? Pero la distancia que hay entre la primera entrega a su secuela es la misma que hay entre dos directores tan disímiles como Kenneth Branagh y Alan Taylor. Ya no existen esas disputas familiares de la predecesora que la acercaron por momentos a Shakespeare. Ahora las secuencias se cuentan por peleas, una batalla le sigue a otra confrontación y en todo momento estás tratando de adivinar quién es quién y cuando menos te das cuenta estás sumido en la desesperación de abandonar la sala de cine.
Lo único que impide que no salgas corriendo de tu asiento como si estuvieras en llamas es la presencia de Loki y en eso si coincidimos todo. Sigue manteniendo un interés absoluto en sus deseos, en sus trucos, en las mil máscaras que posee. Tom Hiddleston es un descubrimiento del propio Branagh, él se lo impuso a los estudios para que participara en su primer proyecto y la verdad no se equivocó con este actor que viene de interpretar a Henry IV y que el próximo año seguramente nos deslumbrará cuando encarne al mítico fotógrafo Robert Capa.
Otro aspecto positivo dentro del filme es el humor. Thor luce mucho menos solemne y ahí escenas absolutamente hilarantes como la del subte de Londres o casi todas las apariciones de Loki, nuestro villano favorito.
En síntesis El lado oscuro es una película entretenida que le va a encantar a la gente como ya lo está demostrando la taquilla y que al lado de su antecesora no es más que un producto perfectamente elaborado y que se consumirá masivamente. En ese sentido es un éxito absoluto.
