El fútbol es el mejor espectáculo del mundo, decía el locutor Piedrahita Pacheco en su programa dominical hace mas de veinte años.
Ese mismo deporte tiene a los fanáticos del futbolista James Rodriguez en la peor de las depresiones, la desilusión reina en el cuento de hadas del joven número diez, que hoy se pasea por uno de los mejores equipos del mundo, el Real Madrid.
El problema que tiene en crisis la afición futbolera es, nada más y nada menos, el hecho de que a un goleador mundialista, alguien que no perdona cuando lo ponen a jugar porque en menos de cinco minutos corona el arco enemigo o tiene en su biografía varios pases de gol, el técnico francés con aire mesiánico no lo tiene en cuenta, a tal punto que en la final de la Champions James vio el partido desde las gradas.
Pero no se por qué lloran y se quejan los colombianos, si ese fenómeno de no colocar a jugar las estrellas, opacarlas, congelarlas, es tan natural como el día y la noche y está escrito en nuestros huesos desde edad precolombina.
Les voy a dar mis pruebas a aquellos incrédulos y mi camino empieza por el municipio de Candelaria en el valle del Cauca, donde un gran líder social estudioso del derecho como el Agente ALVARO HERRERA lidera varios proyectos de seguridad vial y de promoción de la cultura ciudadana los cuales ha compartido con mentalidad abierta con las ciudades que le han pedido su apoyo. El trabajo del agente de tránsito educador no solo es necesario, sino que con sus propios recursos ha promovido vídeos, difundido conferencias de criminalistica aplicadas a la seguridad vial y como buen pedagogo empírico se ha inventado una mascota, el dummy de un agente de tránsito al que llamó Candelario. Con él recorre todo el país y ahora fue adoptado por la asociación Nacional de Empleados de Tránsito y Transporte ANDETT, como herramienta pedagógica, pero los lectores dirán ¿esto que tiene que ver con la historia de James Rodríguez?
Pues muy sencillo, a nuestro apóstol de la educación vial en Candelaria no lo dejan jugar, no solo es el alcalde municipal Yonk Jairo Torres, que ignora por completo el arduo trabajo del funcionario público por la defensa de la vida de los ciudadanos del Valle. También es el titular de la Secretaría de Tránsito y Transporte, Edilberto Peralta Borja, quien ignora su trabajo, nunca lo invita a planear campañas de educación vial, invisibiliza todo el movimiento de movilidad sostenible que representa este gran maestro de a educación vial, dejando a los habitantes de Candelaria sin disfrutar de la pedagogía de uno de los grandes lideres de la educación vial en el país. No dejan jugar a Álvaro, el padre de Candelario.
En el mismo campo de juego donde los técnicos y líderes de equipo son celosos de los triunfos de sus pupilos, tenemos el maltrato de la alcaldía de Villavicencio con su cuerpo de agentes de tránsito, los cuales son civiles y tienen toda la experiencia para impulsar un cambio de hábitos y comportamientos en la población llanera. Sin embargo, el burgomaestre WILMAR ORLANDO BARBOSA no pone a jugar a los agentes de tránsito, sino que le hace ojitos a la Policía Nacional para que llegue con armas a atropellar a los infractores. Dejen jugar a los agentes de tránsito azules señores alcaldes, la población tiene derecho a que la eduquen, a ser formada como nuevos ciudadanos, con principios de cultura ciudadana. Las urbes necesitan conductores cívicos y los especialistas son los agentes de tránsito. La Policía debe estar cuidando el orden público como lo consagra la Constitución Nacional.
Tenemos ejemplos por todos los ángulos del país del contagio del virus "zinedin", el cual consiste en poner sus egos por encima del bienestar de las multitudes, sin dejar jugar las estrellas. Podríamos escribir una enciclopedia recorriendo municipio por municipio, describiendo cómo los alcaldes y los gobernadores ignoran la experiencia de los líderes cívicos y le echan tierra a sus proyectos de cultura ciudadana que pueden salvar vidas, sobre todo en el campo de la seguridad vial.
Pero lo peor es que ese virus es es contagioso y pasa por las contralorías que nunca dan un informe de la inversión que hacen las administraciones de los recursos de los comparendos, los cuales están destinados a la educación, campañas de seguridad vial, señalizacion, gasolina y uniformes para los agentes de tránsito. ¿Por qué se termina escribiendo sobre un tema tan complicado? Pues porque los alcaldes del país que tienen recursos de los comparendos están haciendo fiesta y los pobladores no hacen auditorias, además la contraloría no tiene ni una sola investigación y en el país todos siguen muriendo por causa de la violencia vial. Entonces, ahora les pregunto a todos los colombianos: si tenemos los recursos, ¿por qué no apoyan las campañas de seguridad vial de los líderes de cada municipio? La respuesta es sencilla, son administradores incapaces de reconocer en el otro sus habilidades y competencias.
Desde esta tribuna le hago un llamado a la Contraloría General de la Nación para que haga un informe serio sobre el recaudo y la inversión de los recursos de las ordenes de comparendo, los cuales tienen una destinación especifica según la LEY 769 DE 2002 y que a nivel nacional son una piñata. Muy bueno recibir el informe de municipios como Candelaria donde se ha tejido la mas tétrica de las persecuciones a todo el que iza las banderas de la educación vial y la cultura ciudadana. Así también sería muy importante recibir el informe del municipio de Soledad (Atlántico) donde no solo el alcalde hizo un desproporcionado llamado matoneando a sus empleados de tránsito para que adelgazaran, colocándolos en rídiculo a nivel nacional por los medios de comunicación. Además, no les da dotación de uniformes y logística para realizar su trabajo como lo ordena la ley 1310 de 2009, entonces ¿en qué invierten los recursos de los comparendos?
Como pueden observar el problema no solo es del Real Madrid, es una pandemia que azota a la humanidad y se enquista en la epidermis de los mandatarios, partidos políticos, empresarios, deportistas, líderes del común y en general toda la sociedad.
Posdata: dejen jugar las estrellas