No cabe duda, si alguien decide averiguar por el estado de la ciudad que se visita, por su historia o por quienes la gobiernan, no hay mejor referencia que la que dan los taxistas.
Eso me está pasando aquí en Barranquilla en donde ando en un Congreso de FEDEPALMA y lo primero que le preguntamos al taxista que nos recogió en el aeropuerto es por los sitios que se tienen para visitar y hacer turismo, así como por las personas que administran la ciudad y si hubo un consenso en cada uno de los que nos han trasteado de un lugar para otro, es que Alex Char es lo mejor que le ha podido pasar a Quilla, como le dicen ellos a su ciudad.
Y no es para menos, se notan por todos lados las obras que se hicieron y las que se están haciendo, en especial las que tienen que ver con un problema crítico que los barranquilleros creían imposible de superar (así me lo dijo un taxista) como lo es el de los arroyos.
Y es que no solo se ven las obras por la ciudad, sino que de paso se ha ido creando una política de cultura ciudadana que hace que el barranquillero se sienta feliz y orgulloso de su ciudad, lo que conduce a que se mantenga limpia, aseada y se convierta en una ciudad encantadora.
Cuando preparaba la maleta para salir de casa, mi esposa me dijo que empacara una pantaloneta y yo le dije que no. Ella me vio a los ojos y me dijo: pero cómo va a ser posible que usted vaya a la costa y no se bañe en el mar, a lo que yo le respondí que en Barranquilla no había mar.
Hago esta acotación porque si bien es cierto que en esta ciudad no hay mar para bañarnos, lo que si le sobra es río para disfrutar de la brisa y la caída de la tarde sobre él.
Y es que es justamente sobre la orilla del río Magadalena donde el alcalde Alex Char está dirigiendo todos sus esfuerzos para convertir aún más a Barranquilla en un destino turístico.
Hay que ver el nuevo centro de convenciones desde donde se realiza este Congreso y las obras que se adelantan a la orilla del río en donde todos los colombianos podremos gozar de un malecón a la altura de aquellas ciudades del mundo que saben aprovechar de ese enorme capital natural que provee la desembocadura de un río, y tan importante como nuestro Río grande de la Magdalena.
Mi conclusión es que es muy merecida la popularidad que Alejandro Char tiene entre sus conciudadanos, quien no solo se quedó con el carisma de un hombre que se unta de pueblo, que visita las barriadas y que pregunta personalmente por sus problemas y necesidades, sino que le da soluciones a las mismas y quiere convertir a su ciudad natal en un destino turístico permanente y no sólo para carnavales y para ser cada de nuestra selección.
Sin lugar a dudas hay que aceptar con franqueza que en este costeño de pura cepa pueden estar cifradas muchas esperanzas de que la costa Caribe tenga en potencia a un próximo presidente de la república. Le iría mejor a él que a su amigo Vargas Lleras, quien dicho sea de paso, entre esos mismos taxistas posee una popularidad inversamente proporcional a la de Char.