La Real Academia de la Lengua Española no nos da muchas luces para entender el trasfondo de este concepto, toda vez que lo define sencillamente como la “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”.
Escudriñando por varias páginas de internet y libros de ciencia política, llegué a entender que el populismo es definido como una tendencia política que dice, a través de un líder carismático, defender los intereses y aspiraciones del pueblo, promoviendo la igualdad social y movilización popular.
A simple vista se puede observar cómo un flujo de ideas razonables que busca el beneficio de los seres humanos. Sin embargo, a pesar de predicar la prevalencia de los ciudadanos, está descuidando una serie de libertades por las que los ciudadanos debemos luchar para que no se desprotejan y, por ende, no car en ese mal.
Ahora bien, América Latina ha sufrido de este mal en las últimas décadas a través de mandatarios que han buscado combatir el imperialismo, capitalismo y neoliberalismo; tales como: Castro, Chávez, Correa, Morales, Bachelet, Roussef, Maduro y los Kirchner.
Los mencionados dignatarios han sido los abanderados del sistema político, económico y social más devastador del planeta. Lo anterior, teniendo en cuenta que países como Chile y Argentina, que fueron en su momento naciones con las economías más fuertes de Sur América, haya sufrido golpes muy duros en su economía; tanto es así que, el electo presidente Macri recibió un país convertido en un desastre económico, con una de las inflaciones más altas del mundo occidental, niveles de corrupción récord, un ingreso que apenas llega al 43% del promedio de los países más ricos, inseguridad galopante, pobreza de un 30% e inestabilidad política, según la revista inglesa The Economist.
Los mencionados dignatarios, desde que llegaron al poder, buscaron la igualdad material entre los ciudadanos, yendo por encima de las libertades que predicó la revolución francesa, entre ellas, la libertad a la propiedad privada.
Esta libertad ha sido el fruto de un desarrollo increíble, tanto es así que, contrario a lo indicado por líderes socialistas y comunistas, estudios de importantes universidades de Estados Unidos revelan que el libre comercio y el capitalismo han ayudado a combatir la pobreza mundial porque con esto se va en pro de un desarrollo y progreso.
Ahora bien, lastimosamente Colombia no ha sido la excepción en el continente. Como sabemos, las elecciones presidenciales se aproximan y dejan al descubierto a personas, tanto de izquierda como de derecha, que alardean buscar lo mejor para el pueblo, que están con él y para él.
Lo preocupante no es eso, sino los discursos socialistas que buscan desquebrajar la economía nacional (más de lo que está) e incoar por un control completo por parte del Estado, limitando el libre mercado que ha sido fruto de prosperidad para todos.
Esos sermones se basan en controlar las emociones y sentimientos de los votantes. Por lo tanto, es tan importante sobreponer la razón a la emoción.
Para pasar de la palabra al acto, todos debemos incentivar que las ideas inunden nuestra sociedad. Tomemos el ejemplo de Sir. Antony Fisher, quien tomó la iniciativa de fundar el Institute of Economic Affairs (IEA) cuando Inglaterra estaba en peligro de sufrir la oleada socialista que aquejaba al mundo.
Incentivemos espacios para debatir ideas, apoyemos la educación crítica y enseñemos dentro y fuera de los hogares. Formemos y desarrollemos think tanks —tanques de pensamiento —, para que estos conduzcan la sociedad.
Encaminemos la sociedad hacia el verdadero crecimiento con base en el consejo que dio Friedrich Hayek —premio nobel de economía— a Fisher, a saber: “No pierda su tiempo porque los políticos no son líderes sino seguidores de las ideas que están de moda. Si quiere cambiar las cosas, debe financiar a los intelectuales para que sus ideas se hagan populares y, una vez hecho esto, los políticos las van a seguir”.