La Declaración de Balfour fue escrita por el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Arthur James Balfour, a Walter Rothschild, un líder de la comunidad judía británica a favor de la creación de un hogar nacional judío en Palestina. Para los palestinos la Declaración Balfour fue el comienzo de un siglo de limpieza étnica a manos de los recién llegados europeos que afirmaban que Palestina era su casa histórica.
La Declaración Balfour es un ejemplo contundente del dominio de grupos de presión políticos sionistas en los asuntos mundiales no es nada nuevo. En plena 1° Guerra Mundial, el destino de países, continentes y conflictos mundiales estuvo en manos de grupos financieros judíos. La Declaración Balfour de 1917 fue motivada, por el deseo de la corona británica de ganar el apoyo de judíos estadounidenses proalemanes para que pudieran EUA ayudar a la guerra.
Al comienzo de la guerra los judíos germano-estadounidenses financiaban a los alemanes y rechazaban cualquier posible alianza entre EUA e Inglaterra. Jacob Schiff, jefe de la Kuhn, Loeb (El mayor banco privado de EUA después de JP Morgan) afirmo que él no podía negar su lealtad a Alemania, también los judíos ruso-estadounidenses apoyaban a Alemania en la guerra.
Los británicos se encontraron con un problema judío-estadounidense. La corona británica tomó estos acontecimientos muy en serio, y el embajador británico en Washington sospechó de la existencia de una conspiración judía alemana en los EUA dirigida contra Gran Bretaña. Conclusión La Declaración Balfour de 1917, fue motivada por el deseo de la corona británica de ganar apoyo de los judíos proalemanes de EUA.
Varios autores afirman que los sionistas ofrecieron a Gran Bretaña su apoyo para llevar a EUA a la guerra a cambio de convertir Palestina en una patria judía. Esta animosidad de Alemania después de la 1° Guerra Mundial hacia los judíos provenía de la traición y la complicidad de los financistas judíos alemanes en su derrota.
Los colonos sionistas europeos eran poco numerosos bajo el Imperio Otomano y nunca se les dio verdaderamente carta blanca en Palestina; si se hubiera dejado al Imperio Otomano el control de Palestina, es muy poco probable que el Estado judío se hubiera hecho realidad a expensas de la población nativa. La situación cambió con la ocupación de Palestina por parte de los británicos en 1917. Pero antes, el 2 de noviembre de 1917, la Declaración Balfour ya había concedido al sionismo derecho a Palestina. Los términos se incorporaron al Mandato Británico en Palestina en 1922 y fueron aprobados por la Liga de las Naciones. Esto constituyó un espectacular logro político y de propaganda para el movimiento sionista internacional.
En 1917 la población judía de Palestina era inferior al 10% del total de su población. El contenido de la Declaración Balfour se arraiga en una política colonial racista de la denegación. De hecho, el pueblo palestino era propietario de más del 97% de la tierra que Gran Bretaña pretendía regalar. La Declaración se refería a los palestinos cristianos o musulmanes como “las comunidades no judías que existen en Palestina” al tiempo que omitía por completo sus derechos nacionales y políticos. La Declaración es típica del estilo supremacista blanco de la época y encaja con la noción de “una tierra sin pueblo (para un pueblo sin tierra), creada para justificar la colonización europea y la negación de los derechos fundamentales de los palestinos. A menudo se explican la alianza británico-sionista y la Declaración Balfour en términos de cálculos de guerra y objetivos estratégicos militares (incluido la proximidad de Palestina al Canal de Suez controlado por Gran Bretaña y la ruta a la India).
Cuando los colonos judíos blancos se trasladaron a Palestina su actitud respecto a la población fue la típica actitud colonial respecto a pueblos “inferiores” y “no civilizados”, aunque las colonias sionistas siguieron siendo muy pequeñas hasta que los británicos ocuparon Palestina en 1917. Después de la ocupación el proceso se aceleró rápidamente bajo la protección de la potencia colonial. Durante este periodo (1918-1948) los colonos blancos asquenazíes no hicieron esfuerzo alguno por integrar sus luchas en las de los palestinos que luchaban contra el colonialismo británico. Por el contrario, los colonos actuaron desde la convicción de que la población originaria tendría que ser sometida o expulsada, con la ayuda de los británicos.
La colonización blanca de asentamiento de Palestina culminó con el establecimiento del Estado de Israel en 1948 y la Nakba palestina, la catástrofe de la limpieza étnica y la destrucción de gran parte de la Palestina histórica. La guerra psicológica y la presión militar sionistas expulsaron, en muchos casos a punta de pistola, a aproximadamente el 90% de los palestinos del territorio ocupado por los israelíes en 1948, a menudo bajo la atenta mirada de los británicos que continuaron a cargo del país hasta mediados de 1948. La guerra simplemente proporcionó la oportunidad y el contexto necesarios para purgar la tierra y crear un Estado judío en gran parte libre de árabes. Concentró las mentes judío-sionistas y proporcionó tanto la seguridad como las explicaciones y justificaciones militares y estratégicas para purgar el Estado y desposeer al pueblo palestino. Actualmente, aproximadamente 2/3 partes de los palestinos son refugiados, millones de ellos viven en campos de refugiados miserables en Oriente Próximo y otros millones están repartidos por todo el mundo.
El sionismo militarista de Israel ha utilizado la Biblia no solo como una herramienta para la limpieza étnica de Palestina y el “exilio” de millones de palestinos de su patria ancestral, sino también como una manera de borrar la historia palestina y de suprimir la memoria palestina. La clase dirigente británica elige públicamente una “posición neutral” sobre Palestina que a menudo en forma de silencio o de amnesia colectiva. Dada la responsabilidad histórica de Gran Bretaña en la catástrofe palestina, no puede existir esta neutralidad o indiferencia hacia la injusticia cometida en Palestina.