Para contextualizar mi disgusto, me voy a permitir citar el complicado y lógico proceso que me llevó a la educación pública.
Como pocos conocen, para ser maestro y trabajar con el estado es necesario presentar un complicado y engorroso concurso al MÉRITO que después de tres o más años termina rindiendo fruto para aquellos que logran culminarlo. Este proceso garantiza que quienes ingresen al servicio público sean "seres humanos capaces y con conocimiento suficiente para guiar a nuestros educandos".
Sin embargo, con sorpresa me encuentro con que FECODE intenta negociar este ingreso, justificando que el personal provisional que no apruebe el examen de ingreso pero que lleve 5, 10 o más años, ingrese a la carrera docente. Por esto, se podría considerar como algo irrisorio la "experiencia". Además, esto permitiría que personas que no superan los procesos tengan una puerta de entrada secundaria, lo que conlleva a pensar que nuestra sociedad estaría retrocediendo en términos de calidad académica.
En mi caso personal trabajo con algunos provisionales que no son licenciados, que llevan escondidos 3, 5, 10 o más años, lagartos burocráticos que su único conocimiento es el de saber saludar o conocer a la persona indicada. Esto, claramente, no concuerda con los reclamos de FECODE y sus exigencias al estado de una calidad educativa. No resulta coherente ligar los reclamos del magisterio con este elefante burocrático que pasa desapercibido en las marchas y en las reuniones sindicales.
Ser maestro es un verdadero reto en este país. Educar a una sociedad en la que el conocimiento no tiene valor es difícil, más aún cuando los colegios son fortines políticos llenos de parásitos esperando una oportunidad.