No había querido pronunciarme frente a las recomendaciones de lo que llamaron “comisión de alto nivel para reformar la Policía Nacional”, pero frente, al parecer, el intento de suicidio de la patrullera LAURA VALENTINA TALERO MARTINEZ en el municipio de Soacha en Cundinamarca, debo decir que no son la solución a la grave situación que vive esa entidad y menos son las reformas que se requieren para lograr una institución que preste un excelente servicio a los Colombianos en la prevención de los flagelos que afectan la comunidad y que conllevan la protección de su vida honra y bienes.
No desconocemos que algunas son bien intencionadas, pero mientras las mismas adicionalmente obedezcan a las recomendaciones de quienes la comandan o dirigen, el fondo del problema nunca se resuelve por su falta de liderazgo y autoridad moral y menos, si esas reformas vienen de sugerencias de grupos narcoterroristas y criminales con los que se negoció en La Habana.
Desde que el narcotráfico inició su actividad en Colombia, algunos policías se contagiaron y mientras unos terminaron en grandes capos, como Wilber Varela, alias Jabón por mencionar uno, los otros terminaron de comandantes y desde luego en los puestos de control, nunca colocaron a quienes con mística servían al país, sino a quienes se sumaron a su accionar criminal. Muchos de esos buenos policías terminaron asesinados, llamados a calificar servicios, retirados utilizando la nefasta arma de la facultad discrecional o trasladados a lugares donde fueran presa fácil de los grupos sicariales de las organizaciones criminales para las que trabajaban sus comandantes. La situación se agrava cuando algunos policías llegan a los altos cargos de la institución como generales o directores, pues queda la institución como para apagar la luz y vámonos.
Impide este espacio hacer comentarios concretos que serían objeto de un gran debate, pero la verdad es que la sucesión del mando de roscas que recomiendan a quienes ayuden a tapar no ha desaparecido y ese respaldo los lleva a creerse omnipotentes y abusar de su condición en el poder para atropellar a sus subalternos que no pueden reclamar para que no les apliquen la facultad discrecional y como consecuencia pierdan el empleo, adicional al trato humillante que reciben donde hasta públicamente se habla del asesinato de unos “simples patrulleros” por parte nada más y nada menos que su Director General, se les obliga a mentir, se les coartan sus días de descanso lo que les impide ver a sus familias y adicionalmente tampoco se les nivela su sueldo, sin contar con el abuso sexual, tanto heterosexual como homosexual, lo que agrava su situación, terminando en el alto índice de suicidios que hoy padece, lo que los distintos gobiernos desconocen pues se les miente aprovechando los montajes que se realizan a través de las unidades de contrainteligencia con que se cuenta.
Por decir solo una de las cosas que deben hacerse, la estructura de la Policía debe modificarse, eliminando tanto cacique, creando una planta de cargos que se necesite no la que permita compadrazgos, complicidades y complacencias, a la cual se llegue por conocimiento, capacidad operacional, antecedentes en el servicio y no a través de juntas de generales permisivas y cómplices de lo que viene ocurriendo y de lo que aquí escribo, formando líderes para la comunidad y su institución y no tiranos que como maduro en Venezuela abusen del poder para tapar su ineficiencia e inoperancia. Solamente así tendremos una Policía confiable, honesta, transparente y al servicio de los colombianos.
LUIS ELMER ARENAS PARRA
Ex Senador de la República
