Leo los titulares: “Cesa paro en el Chocó. Delegados del Gobierno viajan para acordar soluciones. Ya ministros y especialistas están en Buenaventura”.
Los mismos y en las mismas. Seguimos dándole vueltas al Pacifico colombiano, al ritmo de las coyunturas y las encuestas, incluyendo la más reciente de Yanhaas, el penoso 14 % de aceptación que tiene Santos y compañía. Encadenados, caminando en círculos sobre el barro, unos con gafas puestas para que creamos que marchamos hacia adelante... sin avanzar un metro. Siempre en círculos. Círculos viciosos, repetitivos, malsanos, podridos.
Las mismas promesas. Las mismas mentiras que jamás se tornan realidad. El paro del Chocó y el de Buenaventura fueron manifestaciones clamando por la dignidad. Ni más ni menos. Miles y miles de ciudadanos que llevan años esperando; generaciones enteras que viven el diario no futuro y el eterno presente de la pobreza, el desempleo, la educación deficiente, la salud nula, la falta de agua potable, sin alcantarillado, amenazados por mafias, bandas criminales, testigos mudos y atónitos por la corrupción política, siempre protegida en la impunidad según las leyes de la “democracia” en que estamos incrustados.
A los de la chequera enmermelada le faltaron cojones y compromiso, como siempre, para actuar con el puerto. El Gobierno central se lavó las manos, “acatando” obedientemente la negativa de permitir declarar el estado de emergencia para el distrito portuario.
A los de la chequera enmermelada les faltaron cojones y compromiso,
como siempre, para actuar con el puerto
La única realidad, la del diario vivir, la de cada 24 horas, marcada por las mareas, la lluvia, los soles inclementes, la humedad corrosiva y la desesperanza alimentada de una rabia sorda que se acumula, es la realidad de las promesas que no se cumplirán y las mentiras que se reparten a discreción.
Con más desfachatez en estos momentos en que se barajan las candidaturas y comienza el mercadeo de votos. Todo vale, todo tiene su precio, y más de uno calcula desde ya repetir la frase con la que se han feriado este país, “la Paz está aquí a la vuelta”.
Sigo creyendo que la responsabilidad no reside en gobernadores de turno ni en las sucesivas alcaldías, sino en esa falta de compromiso del Gobierno y esas cohortes de ministros, vices, consejeros y aúlicos que para lo único que sirven es para dilatar la gran metástasis que explotará tarde o temprano.
El gobierno del Nobel ha logrado ganar el campeonato de las promesas incumplidas con el Pacífico colombiano. Sin contar los otros paros que toman fuerza en los últimos días. Se lleva el trofeo. Con el desbarajuste económico y los ministricos de bolsillo que nos están nombrando, veo el panorama oscuro. La paz no se consigue a base de palabrería. Los chocoanos y los bonaverenses tienen toda la razón.
Agua potable y 24 horas. Vías. Colegios. Hospitales. Empleo. ¿Mucho pedir?
@josiasfiesco