Dicen que “el que nada debe nada teme”, en el caso del comité que radicó 700.000 firmas para revocar a Peñalosa tienen un temor profundo: si el CNE (o cualquier otra entidad) evalúa su exposición de motivos es probable que se caiga la iniciativa de revocar al Alcalde de la Capital.
Eso explica la actitud fiera de este comité al expresar su inconformidad ante la posibilidad de que algún ente revise la sustentación de su iniciativa, saben que no lograrán pasar la prueba.
La estrategia para la evasión
Desde que se supo que la Federación Nacional de Municipios solicitó al Consejo Nacional electoral su intervención surgió en los medios una versión suspicaz para explicar esa movida: que supuestamente el Consejo Nacional Electoral desea lanzarle un salvavidas al Alcalde de Bogotá para evitarle una revocatoria inminente.
Por otro lado, para los miembros del comité bogotano esa intervención solicitada por la Federación causó especial preocupación por razones más concretas. Ellos no esperaban que alguien les revisara la tarea y fueron descuidados en la elaboración de un texto que fue reproducido en los cientos de formularios de recolección de firmas radicados en la Registraduría: estas hojas por una lado tienen firmas y por el otro algunas mentiras (ver artículo ). Mientras otros comités pueden enfrentar con soltura una revisión, el comité Unidos se va a enredar por dejar para el último momento la elaboración de su exposición de motivos.
Ante ese craso error, imposible de remediar, el comité decidió explotar la versión del salvavidas para evadir la prueba de un detector de mentiras. Esto con la excusa de que la intervención del CNE es parte de un complot o que es ilegal, y que por eso pretenden blindar su iniciativa ante cualquier control oficial, sea de ese ente o de cualquier otro.
Bajo esa estrategia se explica que en el último mes hayamos visto en Bogotá todo un despliegue teatral de marchas de antorchas, tutelas, iniciativas populares y campañas en redes sociales no visto en otras ciudades. Otros comités han opinado sobre el asunto, pero no han hecho la pataleta que montó este.
La aclaración del CNE en días pasados sobre que su intervención se limitará a la lectura de documentos, aumentó el temor del comité. En redes sociales Hollman Morris y sus compañeros y adeptos empezaron a hablar de “atropellos a la democracia”, denunciaron un “cambio en las reglas de juego” y dicen que “CNE se dispone a violar la constitución”.
El éxito de la estrategia
Esa estrategia de posar de víctimas ha sido muy exitosa. Acudir a la indignación que generó la supuesta trampa del CNE y Peñalosa a un mecanismo constitucional dio resultados: la opinión pública se puso del lado de ellos interpretado como una leguleyada cualquier pronunciamiento o aplicación de la ley que no favorezca los intereses del comité y de políticos que hacen parte de él.
Esa interpretación, sumada a la confusión de términos, ha resultado en que la gente del común y varios analistas despistados concluyan que apoyar esta iniciativa particular es igual que defender un mecanismo de participación ciudadana consagrado en la Constitución. Ahora, el tema de revisar documentos es tomado simplemente como una mala excusa para salvar a Peñalosa afectando el derecho a la participación ciudadana.
La realidad del asunto
Lo primero es que la versión del salvavidas a Peñalosa es exagerada: ni el alcalde está que se ahoga ni el CNE es el único que puede ayudarlo.
Si resulta que al final el CNE se abstiene de revisar las revocatorias, la defensa del Alcalde tiene la posibilidad de interponer tutelas, estrategias y recursos ante otros entes con posibilidades similares de éxito. Acudir en primera instancia al CNE está lejos de ser una de las “medidas desesperadas” que dice el profesor Carlos Carrillo quien hace parte del comité bogotano: a estas alturas no se sabe siquiera si en una hipotética votación se alcance el umbral, como él mismo ha dicho.
Lo segundo es la solicitud de la Federación de Municipios es legítima: sería deseable una revisión aunque sea superficial de las iniciativas de revocatoria en todo el país. Es de esperarse que muchos comités hayan cometido errores elementales como el de la capital.
Ante la inminencia de una revisión, sin duda el próximo paso del comité será argumentar que obtuvieron más de 700.000 firmas avalando lo que dicen los formularios, pero eso no deja de ser otra prueba de que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.
