Muchas fueron las actividades que se llevaron a cabo en el marco de ArtBo. Retomaremos algunos aspectos. Más allá de éxito comercial, la feria como tal, tuvo un buen nivel de participación de galerías nacionales y extranjeras, los espacios fueron generosos y la buena iluminación ayudaba a observar las obras. Todo resultó exitoso en el balance comercial donde ayudaron los coleccionistas extranjeros invitados y la agenda la complementó la asistencia de académicos destacados. El expresidente César Gaviria y su hija María Paz estuvieron al tanto de las actividades.
Dentro de las muchas posibilidades a las que podemos referirnos, nos importa la galería de Beatriz Esguerra que representó a Pedro Ruiz, un artista que ha ido tomando fuerza incuestionable y definitiva dentro del arte colombiano. Su obra sin estridencias de las vanguardias y, bajo la premisa de la pintura, nos hace un sutil recuento de la conmovedora realidad de los desplazamientos en sus barcas pobres, donde un indígena impávido rema a cualquier destino mientras trasporta los valores de la naturaleza: árboles, mariposas o pájaros que van, como el Arca de Noé, salvando mundos. Este compromiso férreo con la conservación del medio ambiente, mientras Pedro Ruiz pinta lo convierte en oro. Bellas pinturas, tan poéticas como bien ejecutadas, tuvieron un reconocimiento inmediato en el recinto.
La galería León Tovar representó a uno de los grandes artistas del siglo XX: Jesús Rafael Soto. Este gran hombre de la geometría nació el 1923 en Ciudad Bolívar al borde del rio Orinoco, lugar donde habita su bello Museo desde 1973.
Cuando Soto era un chico conoció la intuición de la geometría mientras bordaba hamacas siendo ayudante de su madre. Ya en 1950 se mudó a París donde vivió su vida. Allá fue organizando su orden de cubos y fue precursor del Arte Óptico o Arte Cinético siguiendo a artistas del tamaño de Malévich, Prevner o Mondrian que le mostraban la ruta de su objetivo. Soto, junto con Alejandro Otero y Cruz Diez hicieron parte del grupo geométrico que impulsó el gobierno venezolano en los años 60 del siglo pasado para proyectar la fuerza y el poder de un país nuevo (Qué triste distancia con la Venezuela actual).
En un principio y para sobrevivir, Jesús Soto cantaba en las estaciones del metro en París mientras adelantaba sus investigaciones sobre las reglas geométricas de Cézanne hasta que llegó al punto máximo de llegar a las formas puras y trasparentes donde buscó la síntesis entre la forma limpia que se convierte en energía vital.
En últimas, Soto buscó en sus obras realizadas con materiales industriales la desmaterialización de la luz que encaja con los símbolos musicales de la música de Bach. Soto, murió como Vallejo en un día de lluvia del 2005 en París y se encuentra enterrado en Montparnasse.
La galería Sextante representó a sus clásicos colombianos, el escultor que respeta la energía pura de la piedra como Hugo Zapata o el inventor de objetos que simulan la nostalgia de una larga partida como es la obra de Luis Fernando Peláez.
La galería argentina Rolf representó a Graciela Sacco que, aunque su trabajo no ha evolucionado mucho en los últimos años, siempre nos sorprende cómo logra denunciar la represión entre el miedo y el olvido.
Los 14 proyectos individuales, como los 23 artistas jóvenes de Artecámara, no tuvieron el impacto imaginado. Todo muy desigual, con pocas ideas poco desarrolladas. Mal ubicado, hacinado y no resuelto mientras que, la propuesta de arte joven del espacio alterno del Odeón se ganó la admiración de todos. Buenos galeristas con prometedores artistas jóvenes.