¿Cuándo regresará el día en que las familias hinchas del Deportivo Cali y América podrán de nuevo adueñarse y disfrutar en paz del clásico valluno?, ¿hasta cuándo tendremos que soportar a estas barras violentas?
Lo que pretendía ser una fiesta futbolera y un experimento de la administración de Maurice Armitage para disfrutar el clásico Cali- América en paz se convirtió en una batalla campal en el Olímpico Pascual Guerrero.
Y es que desde horas previas al encuentro ya se respiraba un ambiente hostil en la ciudad. A las 4: 00 p.m. el caos se desató en plena avenida Roosvelt por cuenta de una balacera entre barras de ambos equipos que iban en camino al Pascual y que dejó como resultado a dos hinchas heridos.
En horas de la noche, tras concluir el encuentro que quedó 1-0 a favor del equipo azucarero, decenas de desadaptados pertenecientes a las barras bravas, sin importarles un comino padres con sus hijos y la policía, pasaron por encima de ellos e ingresaron al terreno de juego con cuchillos y palos para protagonizar sus acostumbradas reyertas y hechos vandálicos.
¡Decepcionante! Con esta palabra se puede concluir en lo que terminó el clásico valluno. Ni los 800 uniformados de la Policía Nacional ni el helicóptero que sobrevoló toda la noche los alrededores del estadio ni el plan piloto de la Alcaldía Municipal fueron suficientes para controlar a estas turbas enloquecidas, mal llamadas hinchas. Por ahora, el clásico le pertenece a estos delincuentes.