Hagamos aggiornamento a la clase política tradicional de este país…
Me han surgido varios interrogantes al observar el resultado de la “Primera gran encuesta presidencial” para 2018, realizada por Invamer para la alianza de medios conformada por Caracol Televisión, Blu Radio y SEMANA. Esta tuvo como pregunta central: ¿Si las elecciones fueran mañana, y estos fueran los candidatos, por quién votaría?
¿Ante los hechos ocurridos en el mundo en los últimos años, todavía se puede creer en las encuestas?, ¿se vota por sujetos que andan solos por el mundo o por sujetos que pertenecen a grupos políticos?, ¿es posible expresar preferencias por personas al margen del equipo político que los acompañará al poder y de los pactos y coaliciones que se crean bajo la consigna “yo te ayudo, tú me ayudas”?
A mi modo de ver, los resultados en la encuesta no fueron sorprendentes, ya que uno de los precandidatos venía trabajando en su campaña desde hace más varios años, primero como ministro y luego como vicepresidente del país recorriendo las regiones, encargado de las mega obras del gobierno nacional del Presidente Santos. (Ojo: no son obras de él como muchos ciudadanos piensan, o como nos quieren hacer creer. Quienes han trabajado en el sector público saben que sin el visto bueno del máximo jefe, las cosas no se hacen realidad. Las vías de cuarta generación (4G) y la construcción y entrega de viviendas gratis para familias de escasos recursos, que el Vice estuvo gestionando, son obras del gobierno Santos.
No obstante, yo pregunto al amable encuestado ¿alguien que no ha trabajado en los temas fundamentales que, según la encuesta, preocupan a la ciudadanía como la salud, la educación, el desempleo, la corrupción o el tema de la paz (donde toma posturas vagas frente a los acuerdos con las Farc, no por prudencia, sino por un maquiavelismo calculado, al ser tibio en temas donde no muestra su pensamiento y postura política, por los votos que le puede costar), y en cambio ha inaugurado obras pensando en su campaña política a la presidencia 2018, con recursos del estado, puede ser confiable para este país? Un país donde se está develando que el mayor problema en Colombia no eran tanto las FARC, como nos lo habían vendido, sino la inequidad que está permeada en muchas regiones y sectores, por la corrupción de los políticos y partidos tradicionales; los mismos políticos que pretenden hacer creer al país que están formando nuevos partidos, cuando lo que han hecho es unir los retazos de la rancia política tradicional y lo venden como renovación y cambio.
¿Los 1.200 ciudadanos entrevistados cara a cara, en 57 municipios del país rural y de los centros urbanos, habrán recordado todo esto antes de dar su opinión o el resultado es un claro síndrome de la gran amnesia nacional? La encuesta evidencia el gran peso de nuestra memoria inmediatista, ya que solo recordamos los últimos hechos o discursos y no conectamos a los protagonistas y hechos que han impactado al país en el pasado, con los políticos de carrera política y sus partidos. Debemos tener presente que los problemas que vemos en la actualidad, no son resultado de esta administración presidencial tan sólo. ¿Cómo enderezar un árbol robusto que desde su concepción se quería que fuera torcido para beneficiar a muy pocos? La única manera es talarlo y estar pendiente de su nuevo desarrollo.
Guardando analogías, la única manera de talar a los políticos que tanto daño han hecho, es no volver a elegirlos, para hacer que las cosas empiecen a hacerse bien. Cada elector debe saber con quién hace alianzas su candidato para llegar al poder. Si ve que no le conviene al país, no vote por él. Hagamos aggiornamento a la clase política tradicional de este país. Abramos las puertas para sacudir el polvo y el herpes de los partidos políticos, aireemos y desinfectemos el país políticamente. No más de lo mismo.
En esta encuesta, la paradoja consiste en que la misma da como resultado que las personas encuestadas tienen una opinión desfavorable del 65,9% sobre los partidos políticos y el 17,45% son sin partido. Si el porcentaje de no creer en los partidos políticos es más de la mitad de los encuestados ¿Cómo sale con porcentaje alto un candidato perteneciente a un partido político marcado por escándalos como el haber avalado a otros líderes locales y regionales cuestionados como dos gobernadores de La Guajira (‘Kiko’ Gómez y Oneida Pinto –ambos destituidos–), involucrados en casos de corrupción y homicidio. También por el apoyo de su colectividad? Por otra parte, Vargas Lleras es el mejor ejemplo de la rancia política tradicional de este país. ¿Cómo así, amigo encuestado, que Usted no cree en los partidos políticos tradicionales y piensa darle su voto al que más refleja aquello que rechaza? Si los encuestados fueran coherentes, la mayor intención de voto recaería sobre el o la candidata que no exprese lo tradicional de la política.
Vargas Lleras obtuvo el 21,5% arranca fuerte, pero como dice el dicho, lo que sube como palma, cae como coco. Se ve las posibilidades de los otros precandidatos nuevos de crecer en aceptación y de demostrar al país todo lo que han hecho.
Los dos candidatos siguientes según la encuesta Gustavo Petro con el 14,2% de segundo, y Sergio Fajardo con el 10% de tercero; ambos coherentes en su trayectoria política, han demostrado con hechos no sólo discurso, han hecho obras, han tomado posturas que iban en su momento en contra muchas de ellas del gobierno nacional y políticas sociales de impactado en sus regiones y municipios. Cuando han tenido que criticar a su partido político lo han hecho. Eso es coherencia política. Desde sus diferentes roles, ambos personajes han trabajado temas que le importan al país, como la Paz (han dado su opinión sobre los acuerdos con las FARC), desempleo, salud, educación y sobre todo en transparencia, han dicho no a la corrupción.
Lamentablemente, por diversas razones la mayoría en Colombia le teme a un gobierno de un partido de izquierda. Por ello no creo que Gustavo Petro llegue a consolidarse como candidato fuerte para la presidencia en el 2018. Además, los grandes medios de comunicación aupados por partidos políticos tradicionales lo han hecho ver como un mal administrador, y ese poderoso influjo mediático, es un gran lastre para su candidatura.
El tercero en la lista es una buena opción para el país, con una nueva manera de hacer política, no pertenece a ningún partido tradicional involucrado en temas de corrupción o de falsos positivos. En su paso por la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia innovó con la feria de la transparencia, impulsó las rendiciones públicas de cuentas, empezó a contarle al ciudadano cómo se invertían sus recursos generando confianza ciudadana para fortalecer la cultura tributaria, desarrolló el Presupuesto participativo y, sobre todo, apuntó a la educación con calidad como motor del desarrollo humano integral. Sus planes de desarrollos municipal y departamental han apuntado a verdaderas transformaciones.
Como es uno de los pocos precandidatos que aparece en la encuesta con proyección de aceptación por la ciudadanía, hay quienes quieren atajar la carrera de este potencial candidato, bajo el lema “Calumnia que algo queda”. Acudiendo a las mañas y triquiñuelas de la vieja escuela, escarban con cizaña en decisiones tomadas por algunos de sus colaboradores y conciben embustes, para intentar montar una campaña de desprestigio que por fortuna no ha encontrado eco. Si no encuentran mal manejo de los recursos se lo inventan y lo intentan inflar con el método bola de nieve.
Lo claro aquí, es que este señor es uno de los posibles candidatos que cumple el perfil de lo solicitado por los encuestados y rompe el molde de los partidos políticos tradicionales de este país.
Es válido que mucha gente piense distinto a mí. Lo que me parece poco ético es que las maquinarias políticas del país, se encarguen de lavar el cerebro a los desconocedores del tema político y hagan ver a uno de los aspirantes como primero entre los favoritos.
Señores, las encuestas de opinión en estos dos últimos años en el país y en el mundo han demostrado que no reflejan lo que los ciudadanos están buscando y eligen. Finalmente, ¿qué representan 1.200 encuestados, frente a los 34 millones de colombianos que podrán votar?