"La casa del placer" de Juan Diego Aguirre sigue la ruta trazada por "El call" de Giselle Geney, y participará en la esquina de los cortos de Cannes; marcando un antes y un después en la carrera de su realizador, que ya había pasado por el Cannes Underground obteniendo el premio del público con "El canal", y ahora pisa la riviera francesa con un corto único, incluso en su filmografía.
El diálogo es escaso, cada imagen habla a su manera. Juan se aventuró a generar una atmósfera y personalmente creo que lo logró, yo la viví, siendo uno de los enmascarados que aparece en una historia de la que no revelaré nada. En cualquier intento de contarla se pierde en su extraña esencia. "La casa del placer" va más allá de los subtextos.
Los cuerpos femeninos, casi todas invitadas a participar sin conocerse el material; la ambigüedad sexual de los enmascarados; el agua filtrándose en las paredes; los insectos caminando entre los camarotes; los efectos del confinamiento sobre la mente humana; comer con los dedos a falta de cubiertos; la música de arrabal; la ultraviolencia; la anarquía; el asco; la rabia; los escupitajos; el fuego; la sangre, cada pequeño detalle que los actores vivimos, encajó en el producto final. Todo había valido la pena, el corto es visceral y estético a más no poder. Va más allá de Cúcuta, es lenguaje cinematográfico puro y universal, las ganas de saber más sobre uno y escapar de la realidad condicionada.
No diré mucho, espero en Francia y en cualquier lugar del mundo, la gente se cruce con esta rareza. Tan solo diré que lo mejor que "La casa del placer" pudo hacer, aparte de refrescar las ideas de los realizadores cucuteños o que han grabado en Cúcuta, es haber presentado a Lian Jauregui. Él es una especie de Jaye Davidson latino, que alegrará las psiques de los curiosos, un ser asexuado e hipersexuado a la vez, en un cortometraje que plantea interrogantes sobre la identidad sexual, y de paso, cuestiona sobre un excelente panorama para los realizadores jóvenes que optaron, por necesidad vital, de contar historias en Cúcuta, que no parezcan "tochadas".