En los Estados Unidos del doctor Martin Luther King, Malcon X , Mohamed Ali, Nina Simone, era un pecado ser negro y tener talento. Eso mismo pasa en Colombia.
En EUA, un país del primer mundo, pero atrasado en mentalidad colectiva, el mismo doctor Martin Luther King era un prominente abogado y Nina Simone era un extraordinaria música. Cuentan que cuando Nina era joven (era una negra hermosa de buena estatura, esbelta como el acero, tenía labios gruesos y carnosos, cabello crespo) se aficionó a la música, en especial a la clásica, un campo vetado para un afroamericanos en el Estados Unidos de aquel tiempo. Entonces Nina a pesar de su talento tocaba en cabarets de mala muerte, a pesar de su talento. Su vida siempre fue desdichada, pobre Nina, pobre niña.
Al hacer un paralelo en Colombia, aquí el veto es sutil pero efectivo. Todo a la usanza de un sociedad excluyente y fascista. Por ejemplo, un semestre de maestría cuesta aproximadamente 6 millones en total, en la Universidad de los Andes se requieren al menos 30.000.000, las universidades regionales casi no poseen oferta en esta materia. En algunos lugares como el Chocó, donde para poder estudiar se necesitan enormes y casi que sobrehumanos sacrificios, es fácil decir que el negro no sirve para nada, solo para policía y mensajero, como decía un anciano de mi pueblo riéndose de su mala suerte.
Sin embargo, la enorme contribución de las manos negras a este país ha quedado en el olvido. Regreso a mi afirmación de que el racismo es más que un problema lingüístico, diríamos como decía una amigo "no da lo mismo cuando una mujer te dice negrito debajo de unas sabanas". Lo que más molesta es el racismo histórico y estructural. En la mayoría de las regiones donde hay población negra e indígena la tierra está concentrada en grandes latifundios, relegando a los pobres al hacinamiento.
Estamos en un país donde la corrupción cuesta tanto que algunos sacando cuentas dicen que si repartiéramos el desfalco de REFICAR entre todos los colombianos saldríamos con una cifra suficiente para garantizar educación pública hasta el nivel de maestría.
Hay esperanzas para los derechos civiles por estos días en Colombia, apoyo totalmente la manifestaciones en Buenaventura. Dicen que cuando Mohamed Ali ganó la medalla de oro en los olímpicos, entró a un restaurante blanco con su medalla puesta y pidió una cena. No obstante, la administración del restaurante le pidió que se marchara, Mohamed replicó que él era un campeón olímpico y tenía dinero para responder. La administración respondió que podía ser campeón de lo que quisiera, pero que no lo iban a atender. Entonces Mohamed salió furioso del restaurante, fue hasta un puente y lanzó la medalla al río.
El racismo va mas allá de la ofensa verbal, el racismo pretende no mostrar esa cara, quiere borrar, invisibilizar. En Colombia además del clasismo santafereño marcado el racismo es una cruel realidad.