Al primero, la élite en el poder desde hace más de 200 años le quiere conculcar su derecho a conquistar la paz y construir un nuevo país. Después de haber firmado el Acuerdo de Paz con las FARC y sin que la guerrilla haya entregado sus armas, los "enemigos de la paz " quieren vencer a la insurgencia armada en los estrados judiciales y en el congreso colombiano. Hacia esa dirección apunta la reciente posición de la CC que desconoce que el Acuerdo de Paz es un tratado internacional para alcanzar el más caro anhelo del pueblo colombiano.
Al segundo, elementos fascistoides, armados de armas y equipo de guerra de última generación, dirigidos por la derecha oligárquica que fue desplazada por el chavismo hace más de 14 años, pretenden retrotraer los logros de la Revolución bolivariana que apenas está en fase de pagar la inconmensurable deuda social que dejaron los gobiernos oligárquicos en su permanencia de 200 años usufructuando el poder.
En ambos países la solución pasa por una Asamblea Constituyente. El gobierno bolivariano ya convocó a las elecciones para elegir la Constituyente. El gobierno colombiano, modosito como siempre y temeroso de la imperiosa necesidad de construir un nuevo país, no se decide a convocar la Constituyente y prefiere colocarle remiendos a la maltrecha Constitución del 91, llena de parches por el accionar de los propios congresistas.
Igualmente en ambos países, los sectores más avanzados están mostrando la lucha de clases mediante la necesidad de defender la paz de los enemigos de ella, la extrema derecha y los provocadores y, desde luego, del imperialismo. En Colombia, al tiempo de una radical defensa de la paz, se desarrolla la más franca lucha de clases contra las políticas neoliberales adelantadas por el gobierno de JM Santos, y el gobierno la llama "Terrorismo" mientras, en plena faena injerencista, en Venezuela la llama "protesta ciudadana".
El tratamiento dado por el gobierno colombiano a la movilización del pueblo por sus reivindicaciones es solamente, y como siempre, un tratamiento represivo. El tratamiento dado por el gobierno bolivariano venezolano es profundizar las conquistas sociales y, en búsqueda de allanar diferencias, ha llamado a una Asamblea Constituyente para dotar la Revolución de herramientas constitucionales para frenar y parar el caso que las fuerzas de derecha están sembrando en algunas zonas.
La defensa de la paz la están pagando los dos pueblos con sangre. Miembros de la Guardia Nacional Venezolana han sido asesinados por los "guarimberos", así como militantes del chavismo. En Colombia son los líderes populares y sus bases quienes están pagando su cuota de sangre a manos del Terrorismo de Estado y de las bandas narco-paramilitares, dirigidos por la extrema derecha.
Con todo, hay plena disposición en ambos pueblos de continuar luchando por la paz, y continuar en la construcción de su senda revolucionaria en el caso venezolano, profundizando sus realizaciones, y en el caso colombiano de imponer la paz precisamente a los enemigos de ella.
¡Conquistaremos la paz, al precio que sea, incluso al precio de la vida misma!