El ciclismo es nuestro deporte nacional. El que más triunfos le ha brindado al país. Las hazañas de Cochise, Patrocinio Jiménez, Pacho Rodríguez, Condorito Corredor, Martín Ramírez, Lucho Herrera, Fabio Parra, Víctor Hugo Peña, Oliverio Rincón, Santiago Botero, Rigoberto Urán y ahora Nairo, quedarán para siempre en la retina de los aficionados.
Después de época de Luchito y Parra ahora estamos viviendo en Colombia el segundo dorado, el renacer del deporte de las bielas. Y ahora nuestros ídolos son diferentes. Muy diferentes. Del callado y tímido Jardinerito de Fusagasugá pasamos al activista de Cómbita. Sí, porque Nairo Quintana es más que un ciclista súper dotado y fuera de serie, es un ciudadano activo a quien no le da miedo hablar. Cuando vio que en la Federación de ciclismo las cosas no marchaban como él creía que debían marchar, habló, y duro, tanto que hasta otra gloria del deporte nacional, Mariana Pajón, metió la cucharada para defender a los de la federación, obviamente movida por intereses particulares, pues su padre trabaja allí. Pero Nairo, en un ataque de caballerosidad, no quiso polemizar con Mariana, pero se mantuvo en sus trece.
El mensaje de Mariana a Nairo es muy diciente: “Que se ponga a pedalear”. Eso es lo que muchos comentaristas, políticos y burócratas piensan de nuestros deportistas: que son brutos, limitados mentalmente; autómatas que o sólo saben darle patadas a un balón o pedalear en bicicleta. Nada más. No tienen derecho a nada más porque no saben de nada más. Por eso no deben opinar de política, o sobre la paz, o sobre religión o sobre lo que sea. “Limítense a pedalear o a correr detrás del balón, que para eso es lo único que sirven”, es la consigna de muchos que tratan a las verdaderas glorias del país como si fueran ciudadanos de segunda. Pero con Nairo tacaron burro. El boyaquito malgeniado está demostrando que no sólo su cuerpo es de hierro sino que su personalidad es más dura aún, de acero. A toda prueba. Algunos lo cuestionan, otros lo vilipendian, pero él, con la autoridad moral que le da ser ya el mejor deportista de nuestra historia, habla duro y dice: “Yo opino esto y aquello. Si no les gusta, de malas. Yo también soy un ciudadano y tengo derechos. No más que ustedes, pero tampoco menos. Y si les molesta mi forma de ser, los invito a que se resignen viendo como me gano otro Giro de Italia y varios tours de Francia”.