Escritora colombiana publica en The New Yorker

Escritora colombiana publica en The New Yorker

¿Debemos esperar ver los cuentos de esta autora traducidos o escritos en español para dimensionar el lugar que ocupa su escritura dentro de un panorama nacional?

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mayo 24, 2017
Escritora colombiana publica en The New Yorker
Foto: Twitter @juliannepachico

Desde el 2003, ningún colombiano publicaba un cuento o poema en la sección de ficción de la prestigiosa revista semanal The New Yorker. Esa última publicación, como podría esperarse, fue un cuento del icónico escritor nacional Gabriel García Márquez. Salvo un poema de Álvaro Mutis, publicado en 1990, y una reseña sobre una novela del mismo autor, en el 2003, la totalidad de las publicaciones relacionadas con la literatura colombiana en la revista giraban en torno al titán de Aracataca. Brillan por su ausencia tanto en reseñas como en ficción Fernando Vallejo, Evelio Rosero, Juan Gabriel Vásquez y Tomás González, quienes quizás han sido los autores colombianos contemporáneos más celebrados dentro de la crítica literaria a nivel mundial dossiers — en revistas académicas así como decenas de traducciones los validan.

Por estas razones, fue inesperada la publicación del cuento "Honey Bunny" el 9 de noviembre del 2015, 12 años después de la última intervención de García Márquez en la revista. Para mayor sorpresa, el cuento no tenía como autor ningún nombre reconocido dentro del circuito de literatura nacional o latinoamericano. Además, a diferencia de los textos recientemente publicados de los también latinoamericanos César Aira y Alejandro Zambra, el cuento había sido escrito originalmente en inglés, no traducido. "Honey Bunny" hace parte de la novela The Lucky Ones que fue publicada por Faber (RU) y Spiegel & Grau (EEUU) en marzo del 2017: la primera novela que publica la joven escritora colombiana Julianne Pachico.

Pachico, ahora residente en el Reino Unido, migró de Colombia para iniciar su pregrado en escrituras creativas en los Estados Unidos cuando apenas tenía dieciocho años. Sus trabajos más recientes son el cuento ya nombrado, otro, "The Bird Thing", y una nouvelle publicada en el 2014 por Daunt Books: The Tourists. Aún algunos meses después de la aparición de su cuento en la revista, es poco conocida en Colombia. Sin embargo, quienes hayan atendido a La fiesta del libro y la cultura en Medellín en 2015, habrán podido asistir al diálogo entre Pachico y Jorge F. Hernández con Octavio Escobar en el marco del tema de los cuentos del norte y del sur de la frontera. Es precisamente en este género, el cuento, y este tema, la tensión entre norte y sur, que la escritora elabora su creación.

La historia publicada en The New Yorker trata sobre una joven colombiana que vive en Nueva York y debe lidiar con las tensiones que implica ser extranjera, en una lengua ajena y en una constante condición de nostalgia. La narración se mueve entre la habitación de la protagonista y la vida nocturna de la ciudad. Al escribir en inglés sobre este tema, así como también lo hace en sus otras narraciones, Pachico expone la experiencia que solo el habitar en otra lengua permite evidenciar. Tal como Kafka escribía en alemán, y a partir de esa condición presentaba su experiencia como checo y judío, en "Honey Bunny" el inglés, así como las intromisiones del español, muestran la experiencia del migrante latino como una condición viva en la lengua. Pachico usa el inglés como una herramienta narrativa que sus personajes y voces hablan desde un locus hispano, por ende, se crea una condición doble en donde la apropiación del idioma contrasta con la dificultad de asimilar la condición cultural del migrante.

En el cuento, la situación de alienación y asimilación cultural a la que se ve expuesta la protagonista recuerda a la escritura de Junot Díaz. El constante cruce de referentes culturales colombianos y estadounidenses, sumado a la interacción con personajes de múltiples nacionalidades, compagina con la poliglotía para crear una atmósfera donde el personaje se construye a sí mismo en su condición de migrante. Sin embargo, este migrante no es el mismo de Díaz, empujado por condiciones violentas o de pobreza al exilio. La protagonista del cuento, por el contrario, es una joven adinerada que a pesar de rememorar con nostalgia elementos de su país de origen, no enfrenta su condición de migrante como indocumentada, indeseada o marginada debido a una situación de miseria. En el cuento, la enajenación y el shock cultural se muestran como una experiencia personal en la que hay claridad en el sentir del personaje mas no en las razones específicas que lo producen. Esa ubicuidad permite que el cuento hable de una experiencia, un sentir, sin caer en la reducción alegórica del personaje.

Como ya enuncié antes, la diversidad de referentes culturales, tales como un loro que recita nombre de jugadores de fútbol, Google Earth, chocolatinas Jet, Gameboys, Bon Bon Bum y Star Wars permiten evidenciar la transculturación en la que nada el personaje. Todos estos elementos no humanos ejercen fuerzas sobre la protagonista, y, en un gesto casi proustiano, la llevan a distintas relaciones con su entorno y sentimientos. El elemento fundamental dentro de la historia es la cocaína contenida en pequeñas bolsitas plásticas que asemejan tiernas crías de conejo. Es a partir de ella que se desarrollan los episodios del cuento. Al ritmo del consumo de las bolsitas, la protagonista se mueve a través de la memoria, actúa en el mundo que le rodea y atraviesa los límites entre ese entorno y una mirada extensa de la realidad donde presente, pasado y magia convergen. Es precisamente en esta reelaboración de la noción conjunta entre nostalgia, realidad y alucinación/magia a partir de la cocaína, que el cuento logra replantear, por un lado, el lugar común del realismo mágico en una narración colombiana y, por otro, el significado de los narcóticos en un texto que relaciona a Colombia con los Estados Unidos.

Una de las grandes virtudes del cuento es hacer uso de la cocaína y del estereotipo de los colombianos como productores, y los estadounidenses como consumidores, para articular las conexiones disfuncionales entre el norte y el sur. En vez de reafirmar los modelos arquetípicos de narrativas grandilocuentes como la serie Narcos, de Netflix, la relación personal de la protagonista con su memoria, con su dependencia a la droga y su condición de migrante ofrece una experiencia que condensa las contradicciones en las que habita. Como colombiana, como migrante y como ciudadana global, la protagonista es movilizada por la droga a través de múltiples posiciones y realidades enfrentadas entre sí. Esta irresoluta relación con el narcótico es un interesante motor narrativo que, si bien se inserta dentro del marco de vinculación entre cocaína y Colombia que en años recientes se viene forjando como espectáculo estadounidense, elabora nuevas formas de entender dicha relación.

Quizás sea la coincidencia de ese mercado del espectáculo de los narcóticos con una narración fresca y atípica dentro de la lengua inglesa la que haya abierto las páginas de tan prestigiosa revista a Pachico. Tales circunstancias de ninguna manera devalúan el valor de su escritura. Algo de Pachico y su fluidez entre tiempos y voces recuerda a Bolaño. Esto, en un mar de escritores como McCarthy y Franzen, es un soplo de aire distinto. Sin embargo, quién sabe si en su traducción al español, lengua en la que escriben Aira y Zambra, pueda mantener tal frescura. El aporte de una visión como la de Pachico es sin duda pertinente en el contexto del narcotráfico como tema en la literatura colombiana, así como es indudable su significado entre las narrativas de la diáspora latina. Queda entonces una incógnita: ¿debemos esperar ver los cuentos de esta autora traducidos o escritos en español para dimensionar el lugar que ocupa su escritura dentro de un panorama nacional, o acaso está dispuesto el corpus literario colombiano a la poliglotía? Pachico, en The New Yorker, abre la pregunta. La respuesta aún está por verse.

*Publicado originalmente en sombralarga.com

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