Soy uno de los miles de colombianos que ha sido golpeado por el látigo implacable de la discriminación, práctica inexorable en todos lo ambientes sociales y de quimérica erradicación. En estas líneas advoco por el derecho a resistirme a ser discriminado por aquellos que aducen ser estandartes de morales casi homéricas.
Cobardías e ignorancias
La discriminación tiene tantos vestidos como verdugos. Está dirigida a individuos, se cultiva en instituciones —particularmente las estatales— y es promulgada por estructuras casi plenipotenciarias. Las raíces de la discriminación se sotierran en cobardías e ignorancias propias de todos, pero con matices que sin la educación, guía y diálogo respectivos son recalcitrantes y hasta letales. Las individuales las enfrentamos a diario todos, es ahí donde aprendemos que el débil siempre está expuesto y que el fuerte ejerce su supremacía sobre todo si tiene una cohorte que alimente su odio pertinaz —los autoproclamados defensores de la moral por medio de Youtube son un ejemplo claro de esta dinámica de: soy fuerte en la medida en que encuentre un medio propicio y algunos incautos para hacerlo—.
La discriminación individual es por lo general fácil de detectar. La institucional es por demás orquestada y enmascarada en ambientes políticamente correctos. Las licitaciones, concursos y convocatorias estatales aplican políticas que tienen efectos diferenciales y perjudiciales sobre razas, grupos étnicos, géneros diversos. Para los abanderados de la discriminación en entidades del estado es práctica común desacreditar profesionales que tienen cualidades diferentes, producciones académicas diferentes, proyectos sociales y culturales diferentes con base en la ejecución de políticas y protocolos de dudosa rigurosidad.
La discriminación institucional se caracteriza por sabotear y desprestigiar la imagen profesional de colegas, compañeros de oficina, compañeros de grupos de investigación con base en afirmaciones generales extraídas de temores injustificados e ignorancias compartidas. La discriminación institucional se ejerce desde el comentario venenoso en contra de la ideología o comportamiento percibido de un colega hasta el desprestigio de sus trabajos y sus quehaceres en la palestra pública. Aprendamos todos: no desprestigio lo que no me he dado la oportunidad de conocer y valorar.
Vejámenes y traiciones
Por ultimo, la discriminación estructural se constituye en la versión organizada de las políticas de las instituciones dominantes de raza, credo y género y al comportamiento de las personas que implementan estas políticas y controlan estas instituciones, que por lo general están fundamentadas en practicas individualistas y/o institucionalistas en contra de razas, credos, y géneros diversos. Esta discriminación castiga a negros, indios, inmigrantes internos, homosexuales, zurdos, discapacitados, mujeres y a la niñez vulnerada de formas diferentes pero igual de excluyentes y antihumanas. Algunos hemos aprendido, con dolor y a expensas de nuestra salud, a lidiar con los avatares de la exclusión, pero la inmensa mayoría no.
El estado es indiferente y traiciona la voluntad de estos los colombianos discriminados que son el motor silencioso del progreso. ¿De cuántos negros e indios depende la calidad de lo que comemos, admiramos, exportamos y usamos a diario?, ¿de cuántos homosexuales, bisexuales, no dependen los proyectos, cátedras, desarrollos tecnológicos mas importantes del país?, ¿de cuántos discapacitados no depende nuestra resiliencia, capacidad de admirar la vida y respeto por los que perseveran y luchan por vivir con dignidad?, ¿de cuántas mujeres cabeza de familia y niños trabajadores no depende nuestra capacidad por no dejarnos quebrantar por la indiferencia de los individuos discriminadores y las instituciones excluyentes?
Este mensaje es para que no olvidemos las enseñanzas de las victimas de las negligencias y vejámenes del gobierno de los hermanos indígenas de Caloto en el Cauca colombiano, de los miles de Sergios Urregos en los hogares de Colombia, de los miles de colombianos con discapacidades múltiples que no saben que es convivir en una Colombia que los dignifique.
A todos nos compete luchar contra este flagelo, ya que lo paradójico de la dinámica de la discriminación es que con la misma vara que mides podrás ser medido, y sin piedad alguna.