Este tema que quiero abordar lo he tratado de exteriorizar por casi 3 semestres, pero no había tenido el tiempo suficiente para sentarme a escribir. ¿Por qué consideran al hombre con barba un profesional sin futuro?, esta pregunta me la hice después de asistir a una aburrida conferencia de cerca de 4 horas dictada por una eminente profesional en Psicología, jefe de recursos humanos de una empresa de la ciudad de Santa Marta (quizás la más grande y prospera) en el marco de las pre-prácticas en mi querida y adorada Unimagdalena.
Pero esta distinguida dama no solo especuló sobre su tipo de selección de personal y sobre nosotros los barbados, sino también sobre los evangélicos y su forma de vestir, las mujeres sin maquillaje, las personas poco agraciadas de cara y además de las personas con escaso poder adquisitivo para comprarse un sastre de Dolce & Gabanna o de Alfredo Barraza para no irnos tan lejos y comprarlo en Barranquilla.
Para dilucidar esta incógnita vamos a dejar de lado por un rato esta estigmatización social y vamos a concentrarnos en algo más importante: la personalidad e interacción organizacional.
Como cuasi administrador de empresas puedo aseverar que el recurso competitivo más importante de una empresa son los trabajadores. En estos encontramos infinidades de cualidades, calidades y personalidades, que convergen en un ambiente de trabajo muchas veces estresante; aquí es donde estimo pertinente decir que las personas extrovertidas y arrolladoras salen “avanti” en estos procesos de producción. Está demostrado que las personas con barbas, tatuajes, piercings, felices en sus religiones y que ganan el salario mínimo construyen mejor su forma de ser ante los demás, porque son personas desinhibidas y van en contra de los estereotipos que quiere imponer la sociedad. En ese caso, como futuro gerente prefiero tener mil personas de estas a una que considera inadecuado un vestuario o presentación personal.
Volvamos al pensamiento de la psicóloga especialista en procesos humanos. Me llevé la impresión de que en esa organización marítima están los mejor vestidos y bellos de la ciudad, pero a su vez los profesionales del montón. Aquellos que pasaron por la universidad sin razón aparente, los que seguramente no tienen mucho en la cabeza pero dan “caché” a la empresa.También, aquel profesional idóneo, inteligente y preparado que no pudo lograr el trabajo porque los pensamientos de esta encargada de selección no son adecuados para escogerlo. Me atrevo a decir que no tuvo la delicadeza de leer la hoja de vida porque la foto no era de su agrado.
Pero como el tema principal era la barba en los hombres quiero dedicar este último párrafo a ella. Hay que dejar el pensamiento de que la barba es sinónimo de descuido. Quiero decir que los hombres gastamos más en nuestras barbas que en comida chatarra, 4 veces al mes en la barbería no es nada barato por tanto contribuimos a la economía. Es posible en esta época no sea asociada con sabiduría pero si con modernidad. Tal vez Messi o Piqué, futbolistas del Barcelona, pierdan sus talentos solo por tener vello facial, o quién sabe si Benedetti el senador costeño sea ignorante solo por no afeitarse. Tal vez Adam Levine el de Maroon 5 va a quebrar la banda por no “asearse” la cara. Quién sabe si es que los que critican es porque su jabón tiene más pelo que ellos. De pronto ellos solo quieran tener barba. Al fin y al cabo, este servidor no piensa afeitarse porque a una persona no le guste. No le voy a dar el gusto… no…
“Antes de que te diagnostiques con depresión o baja autoestima, primero asegúrate de no estar rodeado de idiotas” Sigmund Freud, un barbudo de la historia.