Después del final del conflicto con las Farc Colombia se enfrenta a su mayor problema, el uribismo y las iglesias cristianas. A medida que pasan los días el expresidente Uribe y sus acólitos muestran, ya sin matices, que continúan defendiendo los intereses de los poderosos por encima de los desvalidos que en este país son tantos. Cualquier intento por redistribuir el ingreso real, por devolver las tierras usurpadas a los campesinos, por hacer que la zanja entre ricos y pobres se estreche es calificado por ellos como castrochavismo o terrorismo. La pelea está perdida. Para una mujer pobre colombiana es más importante un gobierno que le garantice que su hijo no se le vaya a ´mariquear´ a que su edad de jubilación se alargue hasta los sesenta años. El gran legado de Uribe como presidente fue el de “trabajar, trabajar y trabajar” sin descanso, sin tener derecho a unas cuantas horas de ocio, de vagancia, de tener el descanso suficiente para pensar, para tener ganas de leer un libro. Trabajar, trabajar y trabajar sin derecho a las horas extras, a un salario digno. Trabajar sin garantías para hacer más poderosos a los grupos económicos quienes son al fin y al cabo los únicos beneficiados de que Uribe y su corte de cristianos fanáticos vuelva al poder.
La derecha, a diferencia de la izquierda, va por buen camino. En la última convención del Centro Democrático quedó claro que conservadores, cristianos y Centro Democrático se van a unir en las presidenciales del 2018. Fernando Londoño hizo subir varios puntos de favorabilidad a la candidatura uribista cuando prometió que iban a destrozar los acuerdos de paz. ¿Qué clase de propuesta de campaña puede ser sabotear un proceso de paz? ¿A qué clase de fuerza oscura nos estamos enfrentando?
¿Qué clase de propuesta de campaña puede ser sabotear un proceso de paz?
¿A qué clase de fuerza oscura nos estamos enfrentando?
La reunión se llevó a cabo en la sede de la Misión Carismática Internacional propiedad de la pastora Claudia Rodríguez de Castellanos. Su ayuda para conseguirle voticos a Uribe está más que probada. En enero del 2002 el exgobernador de Antioquia estaba tercero en las encuestas, por detrás del liberal Horacio Serpa y de la conservadora Noemí Sanín. La tendencia cambió justo cuando la Misión Carismática logró meter 16 000 cristianos en el Coliseo El Campín que se comprometieron votar por un hombre recto, que no creía en el sexo antes del matrimonio ni en el derecho que podrían tener los maricas —esos degenerados— y que además era serio y pagaba los favores. En el 2004 Uribe nombró a la pastora como embajadora en Brasil. Al año el gobierno de Lula la devolvió. Nunca iba a las reuniones, siempre estaba distraída, pendiente de las iglesias que buscaba abrir en territorio brasilero. Fue una vergüenza internacional. Rodríguez de Castellanos fue la primera cristiana en ser congresista. Las dos veces que salió elegida senadora solo propuso un proyecto de ley —el de las madres cabeza de hogar— y fue elegida por la revista Cambio como la reina del ausentismo.
Ella sabe lo que valen sus votos por eso les cobró al Centro Democrático $25 millones por el alquiler del lugar —donde caben 16 000 personas— y $17 000 por cada refrigerio. Los votos que le va a otorgar al títere que escogerá Uribe serán aún más caros.
Se viene con todo la reacción. Ahí uno cada vez más confiado al exprocurador Ordóñez. Con un mazo nos va a dar duro a todos los que no creemos ni en Jesús ni en él. En la Nueva Colombia cristianauribista esperpentos de inteligencia gnómica como Oswaldo Ortiz serán los que marquen la pauta de cómo educar a nuestros hijos. Uribe, como buen hombre de montaña, es agradecido y tiene palabra. No se le va a olvidar la ayuda inestimable que está recibiendo desde la Iglesia Ríos de Vida de Cartagena. Me imagino que el pastor Arrázola tendrá un canal de televisión propio y varios templos en Medellín y Bogotá. Será el gran faro moral que nos guiará y nos alejará de los fantasmas de la inteligencia, del respeto al otro. Le enseñará a nuestros hijos a odiar al ateo, al comunista y al gay. Por fin todos estaremos unidos, pensaremos igual, tiraremos pa´l mismo lado.
Eso es lo que va a pasar en el 2018. Yo tengo miedo y me quiero ir.