Nervios de acero, contención, delicadeza, potencia, juventud, experiencia, y una extraordinaria habilidad para identificar el momento oportuno en el cual lanzar el ataque demoledor, imbatible.
¡Qué Malumas, ni que mierdas! Este es el poeta antioqueño: sensibilidad y arte en sus precisos gestos.
¡Qué emoción escuchar su nombre en distintos idiomas e identificar como lo adjetivan: el colombiano!
Eso sí es amor por la camiseta, pasión por el deporte; por sus principios y valores. El desempeño sostenido de Gaviria es la apuesta máxima por un proyecto de vida en su disciplina.
Este múltiple campeón mundial en el ciclismo de pista, que disputó medalla en los Olímpicos, arriba de este extraordinario modo a los certámenes de mayor nombradía en su deporte.
Agazapado en el grupo que disputará la victoria, impredecible en la línea de carrera con la que asegurará el triunfo.
Con un altísimo dominio de la presión, y una finísima capacidad para analizar en medio de la vorágine de la carrera los múltiples movimientos de sus contrincantes. No lo arredran los nombres de las máximas figuras del ciclismo con las que contiende en la conquista de las etapas.
Insaciable en su voluntad de gloria, invicto en su determinación por honrar la competencia, en su debut en el Giro de Italia ha querido hacer historia en el centenario de la prueba, y da fe de que lo está logrando. Ya ha triunfado en dos etapas, ha portado la maglia rosa que lo identifica como el líder de la clasificación general, se ha vestido la maglia blanca que permite reconocerlo como el líder de los jóvenes, y se ha ubicado como el líder de la clasificación por puntos (maglia malva).
Dueño de una audacia y una fortaleza (física y psicológica) incomparables; ese es Fernando Gaviria: de quien es dable esperar que continue ofreciendo un destacado desempeño que lo torne en nombre privilegiado asociado a la gloria del ciclismo colombiano y global.