El anuncio de Maduro de convocar una constituyente, en el punto más crítico de su gobierno, solo puede levantar suspicacias. A pesar de sus cuestionables intenciones, el anuncio confirma el consumado fracaso de la revolución bolivariana y la Constitución con la que Chávez construyó gran parte del socialismo del siglo XXI. Han pasado casi 20 años desde que el expresidente convocó un referendo para instalar una Asamblea Nacional Constituyente, todo con el objetivo de reformar la Constitución de 1961.
Con la instalación de la Asamblea, el 3 de agosto de 1999, Venezuela cambiaría tanto su modelo de Estado como su ordenamiento jurídico. En ese momento el incipiente chavismo contó con una aplastante mayoría con 125 asientos y por el contrario, la oposición vio reducida su capacidad de maniobra pues solo pudo sentar 6 constituyentes. Este escenario se repetiría elección tras elección, hasta que las facciones chavistas perdieron el control de la Asamblea Nacional en 2015. Con la constituyente se erigió una poderosa mayoría chavista que solo se empezaría a erosionar con la llegada de Maduro al poder.
La Constitución de 1999 convirtió a Venezuela en una República Bolivariana y fue formalmente aprobada en el referendo de diciembre con el 71,78 % de votos a favor. En esencia renovó la institucionalidad del país y amplió los espacios de participación ciudadana al permitir la revocatoria del mandato mediante referendo (algo que Maduro desconoció hace poco). Asimismo, estableció la reelección inmediata y redujo el congreso a una sola cámara de diputados denominada Asamblea Nacional. Con estas grandes reformas se consolidó la arquitectura institucional de chavismo y su modelo de Estado.
Sin embargo, resulta muy particular que el mismo Chávez impulsará 7 años después una reforma general a la Carta que no resultó aprobada, siendo este su primer gran fracaso electoral. A pesar del traspié en 2009, sí la modificó para permitir su reelección indefinida. Modificación con la cual selló su régimen dictatorial. Pero sería recientemente que la Constitución llegaría a su punto más crítico cuando el Tribunal Supremo rompió el orden constitucional al anular de facto el poder legislativo llevando la crisis a dimensiones nunca antes vistas. Motivo por el cual los opositores afirman que Maduro (en su cooptación del Tribunal Supremo) ha desconocido la constitución propinando un “golpe de estado”.
Paradójicamente, tanto Maduro como la oposición en reiteradas ocasiones han defendido la integridad de la Constitución. Con su reciente anuncio ante la peor crisis social, política y económica en la historia venezolana, Maduro confirma que la estructura institucional de su país se encuentra profundamente afectada. Era una salida que se veía venir a raíz de sus recientes declaraciones a los medios y posiblemente la única posibilidad de concertar espacios alternos de discusión ante su eventual fracaso en las elecciones regionales que no ha querido realizar, la soledad internacional del régimen y las movilizaciones internas.
Podría resultar paradójico que la oposición salga en defensa de la Constitución que Chávez les legó a los venezolanos como piedra angular de su proyecto. Lo cierto es que de darse la constituyente el legado más perdurable del expresidente sería lapidado abriendo un nuevo episodio en la compleja polarización que se vive en el país vecino.