Al contrario de la estigmatización promovida por los grandes medios, Tumaco (1640), la Perla del Pacifico, avanza en hechos de paz como la organización de la zona veredal en la variante y la elección de un nuevo alcalde, Julio César Rivera, que cuenta con el apoyo de la sociedad civil urbana y rural. No obstante, se requiere todavía que el Plan de Desarrollo "Tumaco nuestra Pazion" sea reformado para incluir los acuerdos de paz alcanzados con las Farc.
No tengo clara la motivación de la avalancha periodística y mediática que sataniza y criminaliza la histórica ciudad de Tumaco, en el pacífico sur del territorio colombiano. Señalan que Tumaco es el emporio de las drogas y la catedral de la criminalidad nacional, y vociferan que es la quintaesencia de la maldad.
Por momentos creo que se trata de una maniobra distractora orientada a favorecer otros focos claves en el negocio de las drogas que administran poderosos narcos incrustados en los cuerpos de seguridad del gobierno nacional. En efecto, pienso que el mayor porcentaje del trasiego multimillonario de la cocaína hacia el mercado global es controlado por prominentes integrantes de la policía y de personas de otras ramas de las Fuerzas Armadas. También, de destacados funcionarios de la administración y por políticos que integran las cámaras legislativas, dueños de las administraciones aduaneras de puertos y aeropuertos (Buenaventura, Cartagena, Barranquilla, Santa marta, El Dorado, etc).
Tumaco es una cortina de humo para tapar otras rutas muy eficaces de la mafia oficialista policial. Por supuesto, en Tumaco hay violencia, como en muchos otros lugares de Colombia. Sin embargo, el tratamiento de tal fenómeno repite el viejo modelo represivo y autoritario que le da prioridad a instrumentos tan peligrosos como el Esmad, dueño de las vías principales de la ciudad y maquinaria depredadora de la organización agraria cocalera.
Hay que anotar que la carretera de acceso a la ciudad, desde Pasto, está totalmente militarizada y bajo el control de piquetes de asalto y vulneración de los derechos civiles y democráticos. El Esmad y los policías y militares erradicadores de los cultivos de coca son el foco de una violencia letal que siembra el caos entre la población tumaqueña.
Si bien es cierto que en Tumaco se registra un alto número de hectáreas en cultivos de coca, que realizan modestos campesinos para garantizar su sustento, no menos lo es que las medidas del gobierno para terminar con dicha actividad son completamente absurdas. Gastarse 450 millones de dólares en erradicadores militares y policiales para eliminar 50 mil hectáreas con medidas de fuerza y violencia, cuando una política concertada con los cocaleros permitiría canalizar esos billones en apoyar proyectos productivos de sustitución de los cultivos de uso ilícito.
La acción policial y militar desplegada en Tumaco contra los cocaleros es demencial y necesita ser replanteada con urgencia. De no ser así el problema crecerá y, en el futuro, lo que veremos serán nuevas formas de violencia y de resistencia popular.
Tumaco necesita otros enfoques de sus problemas sociales, económicos, políticos y culturales. Es una importante ciudad, Distrito Especial, con más de 220 mil habitantes, repartidos en casi 180 corregimientos. Fue fundada en 1640 y recoge una bella tradición ligada a la cultura Tumaco- La Tolita, cuyos restos arqueológicos son muy destacados y forman parte del patrimonio cultural del actual municipio
Recientemente fue elegido como nuevo alcalde Julio Cesar Rivera, para sustituir a la destituida alcaldesa María Emilsen Angulo Guevara. Rivera reunió el apoyo de las comunidades urbanas y rurales que acogieron con entusiasmo sus propuestas. En sus manos está la tarea de construir la paz en Tumaco, donde ha sido organizada una zona veredal en el área de la variante con acceso a la Playa del Río Mira. Zona veredal que presenta notables retrasos en su adecuación por culpa de la negligencia e indolencia gubernamental que ha firmado unos contratos fraudulentos con empresas fantasmas y de bolsillo.
Hacer realidad la paz en Tumaco implica adelantar obras que beneficien a las comunidades en la sustitución efectiva de los cultivos de coca con proyectos productivos integrales de cacao, cítricos, ganaderos, pecuarios; con proyectos de vivienda rural; con proyectos de saneamiento; de agua potable; de energías alternativas; con proyectos educativos para la validación de bachillerato, la formación técnica, tecnológica, universitaria y científica; con proyectos de recuperación de bosques, ríos y humedales.
Ojalá el nuevo alcalde de Tumaco avance rápidamente con sus compromisos e incorpore como un primer paso al Plan de Desarrollo los aspectos centrales del acuerdo de paz que deben ser materializados en el ámbito local y cotidiano de las comunidades de la Perla del Pacifico.
Nota 1. Esperemos que la politiquería de los viejos y nuevos gamonales del oficialismo santista no desvíen el sentido de la reforma política y electoral para la paz, cuyo principal objetivo es la ampliación de la democracia.
Nota 2. Primero se cae Santos o Peña Nieto (México), que el Presidente Nicolás Maduro, de Venezuela. Ocho millones de desplazados, la impunidad de los falsos positivos ejecutados por los militares, la violenta arremetida del Esmad y otros cuerpos policiales contra los manifestantes en Colombia, son situaciones mucho más graves que las que se presentan en estos días con la guarimba terrorista en Venezuela, utilizada por el imperialismo y las oligarquías latinoamericanas, incluida la santouribista bogotana, para presionar un golpe de Estado contra del Presidente Maduro. Ni me extiendo en lo de México, donde hay una masacre contra indígenas y estudiantes, casi todos los días, y el señor de la OEA ni se da por enterado para pedir la salida de PN.
Nota 3. Otra metida de patas del escritor William Ospina con su carga a favor de la ultra derecha guarimbera y fascista venezolana. Repite la historia del 2014 con su apoyo al candidato parapolitico del caballista del Ubérrimo, OIZ.