En este mundo se nos asegura que somos responsables por lo que le pase a otra persona como consecuencia de nuestros actos. Por ejemplo: el hijo drogadicto responsable de la depresión de su madre, la esposa aquejada de múltiples dolores por la indiferencia de su esposo, el compañero de trabajo agotado por la desidia de su colega, la maestra infeliz por sus alumnos contestatarios. Es por ello que nos resulta difícil creer que la enfermedad sea causada solo y exclusivamente por nuestra actitud ante los retos de la vida.
Creemos que el medio ambiente, los demás seres humanos y la sociedad nos hacen enfermar, tanto cuanto los virus, la genética, los químicos y el estrés. Nos cuesta ver que es la forma en que reaccionamos a todo lo dicho en el párrafo anterior (y a mucho más), lo que nos enferma al debilitar nuestro cuerpo y hacerlo sensible a estos factores.
Virus y bacterias ingresan a nuestro organismo diariamente, pero los combatimos y ganamos si nuestras defensas están bien. No enfermamos. El cuerpo produce células cancerosas con frecuencia, sin que lleguemos a darnos cuenta de ello, ya que son eliminadas antes de producir tumor. Los tóxicos que ingerimos también sufren el proceso de limpieza permanente que logra el cuerpo humano. Tampoco enfermamos. Células madre se gestan continuamente, reparando así órganos dañados. Somos un terreno inteligente, de amor, que mantiene su bienestar en forma espontánea.
Somos un terreno inteligente, de amor,
que mantiene su bienestar en forma espontánea
No obstante, este terreno necesita cuidado y esmero. Nuestros pensamientos densos harán difícil plantar las semillas. Nuestras emociones desbordadas inundarán y malograrán la cosecha. Los sueños no realizados quedarán cual tulipán sin nacer, en su bulbo enterrado, sus colores no iluminarán el mundo.
Son los miedos, los temores y las dudas; la incertidumbre y la angustia; la rabia y el odio, los que malogran el terreno y lo hacen susceptible de que células malignas, bacterias y tóxicos se instalen, produciendo enfermedad. Y el manejo de estos factores es cien por ciento nuestra responsabilidad. No es nuestra culpa, ni nuestra responsabilidad que alguien nos haga daño o a algún ser querido, pero sí lo somos de quedar odiando o buscando venganza.
El cuerpo refleja lo que sucede en pensamientos y emociones, reacciona a ellos con malestar o bienestar, con salud o enfermedad. Es como un computador, te dará los resultados según los datos (pensamientos) y fórmulas (emociones) que le ingreses. Lo haces a través del amor dictado por tu alma, por tu intuición o en contra de ellas.
Sí, somos responsables por nuestras enfermedades, más no culpables ya que tenemos la capacidad para elegir, elegir lo nuevo y así sanar.