El municipio de Guaranda, ubicado en el margen izquierdo del río Cauca y en el extremo sur del departamento de Sucre, tiene una de las poblaciones más olvidadas de Colombia. Sumidos en la miseria y la corrupción administrativa, sus cerca de 20 mil habitantes sobreviven de la poca pesca que aun produce el río, el mismo que año tras año los amenaza con inundaciones. Además, el pueblo no cuenta con acueducto, ni alcantarillado, tiene unas pocas calles pavimentadas, un precario puesto de salud y casi toda su zona rural está aislada por el pésimo estado de la vías.
A Guaranda le faltaba muy poco para encajar en los macondianos y polvorientos pueblos descritos por García Márquez, pero el pasado mes de enero, en el marco de las fiestas patronales, el alcalde Pablo Rivas Espitia decidió que ya era hora de incluir a su pueblo en el realismo mágico del nobel. Decidió gastarse 120 millones de pesos del lánguido presupuesto municipal en una apoteósica parranda apenas comparable con los funerales de la Mamá Grande. Para lo anterior, suscribió de manera directa y sin que hubiera proceso licitatorio alguno el contrato N° CIP 001-2017 con la fundación FUNADEP.
En medio del jolgorio y un río de licor, nadie en Guaranda se preguntó quién financió semejante derroche. Sin embargo, varios días después y ya sin guayabo, se supo que el alcalde en una insólita e inconsulta decisión había preferido gastarse los escasos recursos del municipio en música y licor en vez de salud, educación, acueducto, alcantarillado o pavimentación de calles. Posteriormente, más específicamente, una semana después, la empresa Electricaribe suspendió el servicio de energía a la alcaldía de Guaranda por la falta de pago de 12 facturas, las cuales estaban vencidas y sumaban un valor de $ 7.5000.000
Al alcalde Pablo Rivas Espitia poco se le ve en el pueblo desde que fue elegido. En la actualidad, en la Fiscalía General de la Nación reposa un proceso en su contra, el cual se encuentra bajo el radicado N° 20176110124352. Este es por los delitos de corrupción, interés ilícito en la celebración de contratos, peculado por apropiación, enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir agravado.
Hoy los habitantes de Guaranda solo esperan que los organismos de control algún día castiguen a quienes por tantos años los han sumido en la miseria y la pobreza.