La frase del evangelio debe aplicarse en los dos sentidos: reconocer los méritos cuando estos existen y atribuir la responsabilidad por los males cuando hay culpabilidad por ello…
El otrora Gran Partido Liberal ya no existe. Murió en manos del Neoliberalismo.
No solo desapareció al punto de ser hoy el cuarto o quinto partido en votación y en las preferencias del electorado; no solo abandonó su ideario y su función de vocero de las minorías que por no tener suficiente poder no alcanzan a representarse en el escenario público; no solo se quedó sin capacidad de participar con candidaturas presentables en el panorama nacional; es que llegó a convertirse en un estigma, una marca negativa el pertenecer a lo que se volvió ese partido.
En el 2000 con una Asamblea Constituyente y una votación de más de dos millones y medio de miembros del partido se produjo la gran definición que lo alineó con las corrientes progresistas de centro izquierda, acabando con la ambigüedad de si era liberal en el sentido del siglo XIX -es decir de considerar el Estado como opresor y como un enemigo que coarta las libertades del individuo-, o en el sentido de su propia historia – es decir, ‘abrevado en las fuentes del socialismo’ y viendo al Estado como el vehículo e instrumento para realizar la Justicia Social que la inercia social por sí sola contradice-.
Sin embargo en un golpe de mano, en un pacto perverso, los dirigentes Horacio Serpa y César Gaviria acordaron que uno se quedaría con la candidatura presidencial y el otro con la Dirección del Partido. Desde entonces con maniobras torticeras el pensamiento de este último, el ideario neoliberal se fue apoderando a las malas del destino de la colectividad.
Mediante maniobras ilegales e inconstitucionales, contrarias al interés colectivo y a los principios democráticos, y violando la Moralidad Administrativa según lo sentenció el Consejo de Estado (máxima jerarquía en esa jurisdicción) los defensores de las ideas neoliberales cambiaron los estatutos y convirtieron lo que era el Partido del Pueblo en el partido de su propiedad, remplazando la participación popular y de los sectores sociales por la politiquería del manejo de los avales bajo las condiciones de lo que hoy se conoce como la ‘mermelada’.
Se celebrará el 30 de abril un encuentro de la tendencia socialdemócrata,
en busca de la recuperación de lo que fue una ideología y una organización
que sirvió a los colombianos durante buena parte de su historia
Se celebrará un encuentro de la tendencia socialdemócrata, el mismo en busca de la recuperación de lo que fue una ideología y una organización que sirvió a los colombianos durante buena parte de su historia, pero que se perdió en manos de una especie de gavilla que se la tomó abusivamente, acabando con esa agrupación y cambiando lo que estaba orientado hacia el interés general para ponerlo al servicio de ambiciones personales.
Aún queda pendiente el cumplimiento de la sentencia y del pronunciamiento del Tribunal de Garantías puesto que la orden judicial no solo significa que se restituyen los verdaderos estatutos, sino ordena explícitamente que se reintegren las personas y los órganos vigentes antes del asalto por parte de quienes desde entonces y todavía ejercen una Dirección de facto. Estos hoy directivos espurios se han negado a obedecer tal sentencia.
Como dentro de las irregularidades presentadas incluyeron ahora una supuesta citación al Congreso del Partido, y como esta es contraria a lo decidido en la sentencia, nos encontramos en un momento decisivo para que se aclare la relación de los partidos -en este caso en cabeza del Partido Liberal- respecto a su sumisión o no a nuestro Estado de Derecho -es decir, si está o no el poder político por encima de las órdenes judiciales o no.
Porque el otro aspecto, más general que el caso puntual de esta sentencia, lo que demuestra es que los dirigentes de los partidos parecieran no sentir la obligación de rendir cuentas o de asumir responsabilidades por sus actos.
Vale recordar que justamente el mismo doctor Gaviria fue nombrado como director de la campaña para el referendo aprobatorio del Acuerdo de Paz y que ante su fracaso no apareció nunca a responder por el resultado.
Y es que el presidente Santos se ha apoyado (no solo en esa ocasión) en ese control que le garantiza el poder que se ejerce sobre los parlamentarios, ya que también fue César Gaviria el nombrado para que consiguiera los recursos y los votos para que el Dr. Santos fuera elegido en la segunda vuelta, sustituyendo al hoy sindicado Dr. Prieto, pero sin que hoy aparezca a relatar lo que pueda saber él de lo que pasó en esa campaña.
El desprestigio en que esos comportamientos han hecho caer al Partido Liberal hace que ya sea difícil reivindicar con ese nombre la afiliación a la ideología que ha servido para los avances más grandes de la nación colombiana. El encuentro citado para el 30 de abril será bajo el nombre se los Sectores Sociales-Demócratas y Liberales para buscar la recuperación de los valores y sectores abandonados por la cual dirigencia.