La toma por los políticos de la locomotora petrolera del país

El presidente de Ecopetrol Isaac Yanovich con el respaldo del presidente Alvaro Uribe libraron una dura batalla con el aguerrido sindicato de la USO para separar las funciones de la petrolera estatal. La propuesta de Yanovich era retomar la dinámica exploratoria que se había perdido en la década de los años 90, reflejada en una drástica disminución en la perforación de pozos, y por lo tanto un bajón en las reservas petroleras del país. Yanovich se la jugó con el apoyo de Uribe para escindir la compañía. Por un lado quedaría Ecopetrol dedicada a explorar, producir, transportar, refinar y comercializar hidrocarburos compitiendo con las demás petroleras, y por el otro nacería una nueva entidad: la Agencia Nacional de Hidrocarburos, -ANH- para la administración y promoción de los recursos hidrocarburíferos. Y lo ganaron en un momento en el que el prestigio y el poder de Uribe estaba en sus topes más altos.

En junio de 2003 nació la Agencia Nacional de Hidrocarburos y se nombró como primer director al ingeniero Armando Zamora Reyes, quien llevaba años trabajando en el sector de energía; en Colombia había trabajado en Carbocol, el Instituto de Asuntos Nucleares, y en Coinvertir donde promocionó la inversión extranjera en el país.  Zamora, en 1999 había dirigido en el Centro para las Leyes y Política de Energía, Petróleo y Minería de la Universidad de Dundee, Escocia, un estudio financiado por el Instituto Canadiense para la Asistencia al Desarrollo (Cida) que recomendó la escisión de Ecopetrol y la creación de la ANH. Yanovich, quién estaba en la junta directiva de Ecopetrol en ese entonces, conoció el estudio y una vez fue nombrado presidente de Ecopetrol en el gobierno de Uribe propuso adoptar las recomendaciones allí propuestas. Zamora fue llamado por Uribe a estructurar la ANH.

Zamora como director se encargó de administrar y regular las políticas de exploración y explotación petrolera, implementó el nuevo contrato de concesión, creó el contrato de evaluación técnica para determinar el potencial geológico  de las cuencas y organizó rondas petroleras para reactivar la dinámica de la industria donde se asignaban áreas en subastas públicas.

Inspirados en un modelo de regulación petrolera de países como Noruega, Brasil y Perú, se buscaba que la recién creada ANH respondiera a una política de Estado, contara con patrimonio autónomo e independencia administrativa y financiera, blindada de la injerencia política e incluso de los cambios de gobierno que le permitiera continuidad en el tiempo, dad0 que los contratos de promoción y asignación de la exploración y explotación de hidrocarburos son de largo plazo. Y algo más, las finanzas públicas del país dependen en un 20 % de los ingresos que genere el sector de  hidrocarburos (incluidas las utilidades de Ecopetrol), un promedio anual de $21,5 billones  en los últimos diez años.

Pero Santos no aguantó. Requería de una coalición legislativa bien aceitada y asegurar la gobernabilidad para el despegue de su gobierno. Sabia de las dificultades políticas que le acarrearía la polémica propuesta de negociación con la guerrilla de las Farc sobre la cual avanzaba secretamente, en contravía de lo convenido con el expresidente Uribe para obtener el respaldo a su candidatura dos años antes.

El modelo funcionaba: los pozos perforados pasaron de menos de 30 en 2003 a más de un centenar por año, 126 en 2011, y de una producción de 550.000 barriles día en 2005 subió a un millón de barriles en 2012. Pero nada de eso importó, así una de sus locomotoras de la prosperidad debía ser jalonada precisamente por el sector hidrocarburos según su primer Plan de Desarrollo.

Confiado en que los precios del petróleo iban en ascenso, recuperando los altos niveles de 2008, habían pasado de 80 dólares por barril el día de su posesión en agosto de 2010, a casi 100 dólares para finales de 2011, generándole al país en impuestos y regalías 10 170 millones de dólares, el presidente cedió. Les abrió las puertas a los políticos y entregó la joya de la corona.

En octubre del 2011, de la mano de Maria Lorena Gutierrez, Santos sacrificó la joya de la corona y le abrió las puertas de la AHN a los políticos

En octubre de 2011, desde la oficina de la Consejería del Buen Gobierno y Eficiencia Administrativa liderada por María Lorena Gutiérrez, el gobierno abrió el boquete. Modificó la estructura de la ANH, la volvió superapetecida con más cargos de buenos salarios y un mega presupuesto. Comenzó entonces el lento pero firme camino hacia la politización definitiva con sus nefastos resultados para la producción petrolera del país, que años después ha descendido a unos sus niveles mínimos de 804 000 barriles diarios en promedio para marzo de 2017.

El primero en salir fue su director Armando Zamora quien cumplía ocho años en el cargo; había estado desde el día uno de la creación de la Agencia en el gobierno de Álvaro Uribe. Santos empezaba a tomar distancia del expresidente que lo había ayudado a llegar a la Casa de Nariño, desde los distintos flancos.

La agencia era altamente apetecible para el reparto político: además del poder emanado de la riqueza petrolera, ofrecía una de las mejores remuneraciones para los cargos directivos del sector público, empezando por su director cuyo sueldo incluyendo prima técnica para el 2016 era de $26 millones, por encima de los ministros y el vicepresidente. Los nuevos cargos diseñados para fortalecerla acabaron siendo ocupados por personas sin conocimientos, pero afines a poderes políticos.

El criterio político se impuso sobre el técnico. Del resultado es evidente. En un poco más de cinco años (octubre 2011 a febrero de 2017), la ANH ha tenido seis directores, el actual, el excongresista Orlando Velandia, del ala serpista del liberalismo, que en el 2014 se quemó tratando de llegar al Senado, estuvo encargado desde julio de 2016 siendo ratificado en octubre del año pasado.

Orlando Velandia, un exparlamentario Serpista está encargado de la dirección de ANH desde hace 10 meses, como resultado de una puja que realizaron los liberales durante todo el 2016.

Desde el momento en que la reforma de María Lorena Gutiérrez le abrió la compuesta a los políticos, salieron a la puja burocrática el Partido Liberal en cabeza de Simón Gaviria quien a su vez era presidente de la Cámara y el Partido Conservador liderado por Efraín Cepeda y con Mauricio Cárdenas en el Ministerio de Minas, que preside la Junta directiva de la AHN.

Los liberales ganaron el pulso y llegó al cargo en reemplazo de Zamora, en noviembre 2011: Orlando Cabrales Segovia, liberal línea de Samper, casado con su sobrina (hijo de Orlando Cabrales Martinez ministro de Desarrollo del gobierno de Ernesto Samper Pizano quién termino enredado en el escándalo de Reficar que presidio entre 2009 y 2012). Permaneció en el cargo un año largo hasta marzo de 2013 cuando paso a viceministro de Energía.

Con la salida de Cabrales el péndulo se movió hacia el ya entonces ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, quien no dudo en colocar a un conservador de su confianza. El escogido fue el vallecaucano Germán Arce, cercano también a Juan Carlos Echeverry, que venía de ser su viceministro en Hacienda y había continuado en el cargo con Cárdenas. Arce tuvo un efímero paso de escasos seis meses. Se retiró en septiembre 2013, sumándose al equipo programático de la reelección de Santos en temas de infraestructura y transporte.

El turno fue luego para el Partido de la U.  El poder del barranquillero José David Name quién escogió de reemplazo en noviembre de 2013 al también barranquillero Javier Betancourt Valle, abogado que ya había estado en la ANH como jefe de la Oficina Jurídica, Betancourt permaneció en el cargo de director un año largo, desde noviembre de 2013 hasta enero de 2015.

Los liberales volvieron a jugar, y la ganaron los santandereanos, esta vez con el respaldo del senador de San Gil, Jaime Enrique Durán Barrera, cuyo padrino político fue el senador liberal de Santander Hugo Serrano Gómez, quién manejó durante años los temas petroleros en el Congreso, fue nombrado en marzo de 2015 el ingeniero bumangués de petróleos Mauricio de la Mora. De la Mora con amplia experiencia en el sector privado nombró como su asesor de cabecera a Alfonso Gómez Lugo, hijo de Alfonso Gómez Méndez, las cosas se le complicaron por problemas internos y por la injerencia de Gómez Lugo, solo duró un año, en abril de 2016 la Ministra de Minas y Energía encargada María Lorena Gutiérrez le pidió la renuncia.

El proceso de politización alcanzó su culmen con la llegada gracias al respaldo del codirector del Partido liberal, Horacio Serpa, el ex representante de origen boyacense Orlando Velandia, quien fue parte de la cuestionada comisión de conciliación de la reforma constitucional junto a otros 11 congresistas con el entonces ministro de Justicia Juan Carlos Esguerra. En el 2011 fue elegido como vocero del Partido Liberal en la Cámara de Representantes.

Los vaivenes, la inestabilidad y la precaria preparación para asumir el liderazgo de un cargo eminente técnico en un mercado competido y globalizado pueden verse en los resultados del ejercicio 2011-2016 en un momento que coincidió fatalmente con el ciclo de caída del precio del petróleo.

Este descenso en la producción interna tiene que ver directamente con la caída de $24 billones de ingresos en la renta petrolera, que desvela al ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, el mismo que participo de la politización de la ANH cuando era la cabeza de minas. El gobierno intenta justificar esta crisis fiscal en el bajonazo de los precios internacionales del petróleo  y en los  problemas de consultas previa con las comunidades que han frenado las exploraciones, pero sin duda  el factor político y la precariedad técnica de sus directivos pesa más de lo que el gobierno quiere aceptar.

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