Nairo habló duro ayer en Bogotá. No le gustó el nombramiento del nuevo presidente de la Federación de Ciclismo. Otra vez ejercía su rol de figura pública para decir lo que pensaba. Como sucedió en el plebiscito por la paz, en donde se la jugó por el Sí, como sucede cada vez que tiene que hablar sobre los derechos de la mujer, por su gente, los campesinos. Nairo se pone la camiseta. Ese carácter tan duro que lo ha hecho hacerse respetar de la soberbia del pelotón ciclístico europeo, es la que impone en cada rueda de prensa. James, en cambio, no es más que un grandísimo jugador de fútbol.
Cada vez que veo el gol que le hizo a Uruguay lloro. James me ha hecho pasar momentos hermosísimos. Su fútbol es un aliciente semanal. Pero James no sabe expresarse, no tiene ideas más allá de lo que le pueden generar las canciones de Kevin Roldan, los goles que marca con su equipo y los torneos de FIFA que hace con Marcelo en el Play Station. James hace lo que le diga Florentino, por eso es que lo quiere tanto, es sumiso. De pronto fue idea de Florentino, tan cercano a Don Andrés Pastrana, el que lo haya convencido de que posara junto a Uribe y el otro ex presidente en una foto previa al Referendo del pasado 2 de octubre. A James no parece importarle la pobreza de su país, las guerras, evita cualquier intento de meterse en otra cosa que no sea fútbol. A esto, en la post modernidad, se le llama profesionalismo.
Estamos orgullosos de los dos. Campeones a donde estén. Sigo pensando que Zidane comete un error al ser el cuarto cambio en los partidos importantes. Igual el equipo gana sin él y es el más fuerte de los cuatro semifinalistas en Champions. Nairo está preparado para la hazaña que solo consiguió Marco Pantani: lograr en un mismo año el Giro y el Tour de Francia. Lástima que James no tenga la personalidad de Falcao, del Pibe. No es un líder y tiene problemas de mentalidad. Lo han dicho técnicos suyos como Ranieri. En cambio Nairo destronará a Froome sin problemas a partir del próximo año porque es un fenómeno, un prodigio que sale solo cada cincuenta años. Un deportista tan integral que sabe que sin inteligencia, sin compromiso por el país no se pasa a la historia. Y Nairo hace rato que está en el pedestal de los dioses.