Antes de sustentar el significado del titular de este editorial, quiero expresar tanto a mis connacionales como a mis hermanos venezolanos gobernantes y gobernados, pero especialmente a usted Compañero presidente Nicolás Maduro, que viví en la hoy República Bolivariana de Venezuela por un período que superó las dos décadas, que me casé y engendré hijos allí y que en dos oportunidades durante el gobierno socialista que llegó al poder en 1999 he podido visitar a esta nación que bien me supo acoger como uno de los suyos.
Conocí las dos caras de la moneda de esa sociedad tan abiertamente polarizada, ayer como hoy, por la brecha que divide a quienes gozan de los privilegios que dan las rentas del petróleo y el usufructo del poder, de los que habitan aglutinados en las grandes ciudades, aunque con muchos más beneficios ahora, que cuando gobernaban adecos y copeyanos.
Viví de cerca los tres grandes estallidos sociales, el de 1989 y los de 1992 (4 de febrero y noviembre 27); y sé qué significa estar habitando en las barriadas de la ciudad capital o en las playas de la Isla de Margarita. Conozco de la Venezuela que adoro sus múltiples facetas porque gracias a la providencia habité en las casas de cartón de Nueva Tacagua, en los laberínticos callejones de Pinto Salinas donde pasé mi adolescencia, así como en pisos, paredes y techos de mármol de distintas ciudades. A manera de ilustración quiero darle a conocer que en la capital de mis entrañas degusté desde un coctel del ‘Médico Asesino’ en la populosa Catia, hasta del mejor Whisky tomado ayer con quienes gobernaban en la llamada IV República, o con aquellos románticos que anhelaban un cambio social en mi época de venezolano adoptivo, extranjero apreciado o ‘colombiano intelectual’, con quienes para entonces sólo tomábamos cerveza en las calles del Silencio, y más tarde, ya en Revolución y en el poder, se negaban a ello, porque parecía ampollarles la boca.
Con esto quiero exponer que muchos de quienes se beneficiaron de la Revolución, pasaron a alejarse poco a poco de su gente, de sus costumbres, de la esencia de los cambios sociales, para convertirse en unos pequeños o grandes burgueses, pasando a ser parte de lo que se estaba tratando de acabar con el cambio del modelo gubernamental.
He sido en este mi país constantemente adversado cada vez que expongo mis puntos de vista, los cuales defienden los logros alcanzados por la Revolución Socialista llegada con el Comandante Supremo y posteriormente con usted, Compañero Nicolás Maduro. Gracias a mi familia, residente allá, la que en su gran mayoría le ha tocado migrar por la terrible situación a la que ha sido sometida por la arremetida política, mediática y económica desde casi todo el hemisferio occidental, he estado en constante contacto y muy atento de lo que sucede al interior de mi Segunda Patria. Aquí valga parafrasear con acomodo a mi circunstancia, al poeta Salvadoreño, “El único problema que yo he tenido con Venezuela, es con una adorable venezolana”.
Ahora bien, no obstante a que las redes sociales han logrado o permitido dar a conocer la magna obra social, tan desconocida por la opinión pública, a la importante función que ha significado la internet y la creación de Telesur y el fortalecimiento con tecnología de punta del canal oficial Venezolana de Televisión, el cual dicho sea de paso borrado de las parrillas de las cableras internacionales, así como de la soberanía satelital que hoy gracias al gobierno socialista les permite mostrarnos la otra cara de la moneda de esa Venezuela con reconocimientos internacionales por su trato a la primera infancia, la niñez, la juventud y al adulto mayor, tan desconocidos en el extranjero; lo que se sabe y dice de Venezuela es lo que en las últimas horas ha expresado el presidente Santos y que presuntamente le dijo al compañero Hugo Rafael Chávez Frías, que la Revolución Fracasó.
Sin consideraciones a lo que puedan significar su respuesta ni las de su digno gabinete al Gobierno colombiano, quiero expresarle que valoro su dignidad y su lucha por la soberanía de su país, que así como hay quienes caminan por los senderos de la historia tomados de la mano de El Libertador, hay quienes han olvidado sus preceptos y hoy le dan la razón en su esencia a lo que dice Juan Manuel Santos. Con ello quiero entrar en una petición que usted puede valorar o desechar de acuerdo a la grandeza que tenga en su corazón, en su mente y en cada una de las células de ese hombre a quien la vida le premió con llevar adelante la nave de un gran sueño llamado soberanía.
Compañero, en la noche del 20 de abril de 2017, recibí noticias de una amiga venezolana, quien con lágrimas de dolor patrio y con profundo pesar y desconsuelo, me cuenta cómo está la situación en las barriadas de Caracas. Una amiga con quien frecuentemente compartimos con mucha sinceridad cómo es que valoramos y respaldamos toda la gestión de estos 18 años de gobierno socialista. Me habla de muertos y balaceras producto de una sociedad polarizada. Muertos que no serán reconocidos por la prensa oficial, muertos que serán multiplicados por la prensa opositora, amarillista y terrorista que la ha aupado y en la cual debe caer todo el peso histórico de la responsabilidad por alejarse del equilibrio informativo, pues han desconocido la enorme multitud que ha pedido paz y respeto a la soberanía en las horas del día de ayer en diferentes ciudades de su país.
Sobre la base de estos enfrentamientos que son la cuota inicial de una guerra civil en ciernes, con la esperanza y la certeza que me da el talante de los verdaderos revolucionarios, entre quienes está usted y con la confianza que sabrá usted sopesar entre lo que siente y lo que debe pensar, tal como lo haría quien le encomendó cabalgar ese potro brioso, hombre que dicho sea de paso depuso en los momentos precisos sus ánimos de hombre formado en las armas, para dar paso al respaldo de ese bravo pueblo, es que le invito a que fije usted una fecha para que el pueblo venezolano escoja si quiere salir de un Estado benefactor o si quiere permanecer en el modelo socialista y remover de sus estructuras a una camada de pillos que hoy por hoy se comportan como las sanguijuelas que con nuevos ímpetus quieren retomar el poder, siendo que el bravo pueblo los apartó de él por no responderle cómo tenían que haberlo hecho. El pueblo venezolano puede que quiera incluso no escoger entre unos y otros, sino optar por un punto intermedio para alejarse de la polarización en la cual se hallan.
Recuerde usted cómo en su momento el gobierno revolucionario de Nicaragua, es decir los Sandinistas, convocaron a una elección y el pueblo nicaragüense votó por un cambio, con el fin de evitar que se produjese una invasión norteamericana y evitar con ello un mayor derramamiento de sangre. No se pase usted a la historia como el responsable de lo que ya comenzó a ser una triste realidad.
Compañero Maduro, con entereza e hidalguía acepte que la primera fase de la guerra sus opositores ya la han ganado. La opinión pública se encuentra convencida de que son ustedes los gobernantes los culpables de la actual situación. Dé usted una muestra de altura humana y política, someta consideración del pueblo en un par de meses y con observación internacional, los destinos de la República Bolivariana de Venezuela. La historia también lo absolverá si considera esta humilde petición.
P.D. La Revolución Sandinista después de un período de fracasados gobiernos de derecha encontró el respaldo de su pueblo y hoy gobierna con respaldo mayoritario.
