“Mamá, la religión está equivocada”
Opinión

“Mamá, la religión está equivocada”

Me dijeron que “para explicarles a los hijos hay que estudiar todo lo del Magisterio de la Iglesia, consultar por internet, y si nada sirve, un sacerdote … ¡Uf!

Por:
abril 19, 2017
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No me vayan a decir por el título de esta columna que descubrí que el agua moja, porque ni es mi frase, ni mi inquietud, y tampoco me voy a referir a su significado literal porque obviamente hay que saberla interpretar y explicar, que es exactamente lo que me tomó por sorpresa.

En épocas del colegio, siempre que llegaban las celebraciones religiosas, Navidad, Semana Santa o las conmemoraciones de ese estilo, todos nos preparábamos para seguir al pie de la letra lo que mandaba nuestra santa madre iglesia, nuestra santa mamá y las monjas (o curas) del colegio… a quienes nos tocó así.

Para el cierre de esta Semana Santa que acaba de pasar, apenas descargando maletas de regreso, mi hijo de doce años me sorprendió con un tema religioso que tuvo la siguiente conversación:
—Mamá, la religión está equivocada.
—-Porque es imposible que una mujer salga de la costilla de un hombre.
—Eso piensas... ¿Y de dónde sacas esa conclusión?
—Darwin decía que nuestra evolución es del mono; venimos del mono. Asocié lo que dice la religión con lo que dice la ciencia y concluí eso, que la religión está equivocada.
—Si te digo que creer que Dios sacó a la mujer de la costilla de un hombre es cuestión de fe, ¿cómo lo entenderías?
—¡De ningún manera lo entendería!, y cruzó sus brazos como muy seguro de lo que decía.
Yo la verdad me sentí corchada, guardé silencio y decidí publicar la conversación en mis redes para escuchar comentarios… Sugerencias. ¡Y salió de todo! “Ya empezaron las crisis de fe y los dilemas existenciales”, me dijo alguien. Y, pues sí, pensé. Al fin y al cabo ya había tenido cuestionamientos sobre Dios con mi hijo mayor.

Pero por la sensibilidad del tema, se imaginarán que la cosa no se quedó ahí, y menos en las redes. Otra persona dijo: “La creación tiene muchas preguntas que son difíciles de explicar a nuestros hijos, pero la mejor forma es tomar la Biblia y de la mejor manera hacer entrar en razón al niño”… ¡ Y quién dijo Troya! A mí lo de “hacer entrar en razón al niño” me impactó porque más que imponer prefiero exponer mis argumentos como parte del insumo, pero que piensen por ellos mismos y decidan. Pero un amigo mío, ante esta propuesta, se enfureció: "Hacer entrar en razón al niño".... ¡Hágame el favor!... Y si no "entra en razón," ¿qué pasa? ¿Lo condenan y le queman las manos? No es un tema de fe. Alejo es muy inteligente. Nadie puede creer lo de la costilla, ni lo de la Virgen. Le va a ir bien en la vida. Mi mamá piensa —a esta altura del partido— que yo vivo ‘en pecado’ porque no soy creyente. Con eso —de paso— tu hijo tampoco creerá en tantos mesías políticos que andan sueltos por ahí”.

A este cruce de opiniones se sumó una que me invitaba a “estudiar todo lo del Magisterio de la Iglesia, leer la Biblia, el Catecismo y consultar por medio de internet, y si nada sirve, un sacerdote”… ¡Uf! ¿Servir para qué? me pregunto. ¿El punto es imponerles a los hijos?, u orientarlos para que saquen sus conclusiones… Porque creo que desde ahí, no me refiero a la religión sino al modo, parten las dificultades que hoy enfrentamos todos de terminar en grandes conflictos porque “los demás no piensan como yo”.

 

Pero como siempre —por fortuna— aflora el humor. Quién mejor que mi colega Óscar Domínguez, fantástica pluma, quien aportó con su recopilación de conversaciones de niños sobre Dios:

 La maestra se acerca a la alumna y le pregunta qué está dibujando. “Estoy dibujando a Dios”, es la respuesta. “¡Pero nadie sabe cómo es Dios!”. La alumnita replica: “Lo sabrás dentro de un minuto”.

Preguntas hechas por niños según estableció un foro organizado en Bogotá:

—¿Dios es niño o niña?
—¿Quién es el papá de Dios?
—Si Dios está en todas partes ¿por qué no puedo saludarlo?
—Si Dios creó el mundo, el universo y todo lo que nos rodea, ¿quién creó a Dios?

En medio del debate, apareció un exjefe y gran amigo que si no es porque se le atravesó su hoy esposa, se hubiera ordenado como sacerdote: “Hay que saber decir que la Escritura es una versión, en ocasiones muy poética del amor de Dios. En este caso, Dios Creador, jamás haría literalmente lo dicho en el Génesis. Le está hablando a un pueblo de alfareros y ellos pueden entender la creación, la autoría del universo mucho mejor, si un Dios cercano es visto como el alfarero del mundo. El poder creador se concilia así y somos sus criaturas, nacidas de sus manos y de su amor. Iguales en todo, sin diferencias. Frutos puros de la mano del Señor. Pienso como Alejo, y añado solamente que la fe no es absurda. Que sólo el amor entiende lo que los ojos no ven”.

Esta me pareció una explicación hermosa, aterrizada. Soy católica porque así crecimos muchos colombianos. Estuve en Belén, en Jerusalén, me mojé con las aguas del Río Jordán y literalmente fui a parar a Cafarnaún, y me sentí feliz de visitar los lugares donde nació y murió Jesús; donde hizo su historia. Pero pienso que a través de cualquier profeta, llámese Buda o Jesús, o tomen el de cualquier religión, está la búsqueda del bien para la humanidad; esa es la esencia.

 

¿Qué el hombre creó a Dios para encauzar
sus necesidades espirituales, sus debilidades,
como dicen algunos ateos?

 

¿Qué el hombre creó a Dios para encauzar sus necesidades espirituales, sus debilidades, como dicen algunos ateos? A lo que siempre les respondo: ¡Y qué importa si la vida es lo suficientemente dura como para no tener en quién apoyarse para descargar el peso de nuestras afugias y sentir que hay un ser superior que nos ayuda a seguir caminando nuestra existencia!

Pienso que todas las religiones tienen un fin último que es hacernos buenos seres humanos. Todas apuntan al bien con uno mismo y con los demás, y de eso se trata educar a los hijos para entregarle a la sociedad buenas personas. Los niños de hoy no son borregos porque tienen, por fortuna, más libertad y más información; criterio. Hoy en día no se trata de recitar oraciones y tenerle miedo a todo como nos tocó hace años, sino de conversar con Dios como con un amigo y respetar todo nuestro entorno. Ni eso, ni cómo interpretar los textos bíblicos, lo ha sabido enseñar la Iglesia católica porque no ha ido al ritmo de la humanidad.

Yo creo en Dios y quiero que mis hijos también lo hagan; yo les muestro argumentos y ellos también los buscan, pero serán ellos quienes tomen su decisión.

¡Hasta el próximo miércoles!

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