Debo confesar que no soy un tipo muy religioso. Como muchos intolerantes, he madreado a infinidad de Testigos de Jehová por atreverse a llamar a mi puerta un sábado a las seis de la mañana, y he hecho con las revistas que ellos me regalan (Despertad y Atalaya) de todo, menos leerlas. Pero lo que está pasando actualmente en Colombia y en el mundo me da insumos para empezar a creer que lo que mucho de esos a los que alguna vez llamé fanáticos pregonan es verdad: el fin de los tiempos, el Apocalipsis, está próximo. Muy pronto todo se irá para la porra.
He acá algunas pruebas que le dan sustento a mi afirmación.
A Hernán Darío el ‘Bolillo’ Gómez lo echaron de la selección Colombia porque un buen día, borracho, le dio en la jeta a su amante. La presión de los indignados ayudó para que los de la Federación de fútbol le dieran el adiós al cobarde. Pero, años después, en 2017, el técnico que reemplazó al cascador de mujeres, José Pékerman, llamó a otro cascador de mujeres, Pablo Armero. Este último, le dio en la mula a su esposa para que defendiera la camiseta de los indignados, que esta vez no hicieron bulla y más bien se hicieron los pendejos. Para rematar, la estrella del equipo, el hasta ese momento bien educado y afable James Rodríguez, iracundo con algunos periodistas que se la tenían montada a su amigo Miñía, les hizo una monumental pistola que le dio la vuelta al mundo.
En Mocoa tres ríos se desbordaron y arrasaron con media ciudad, ocasionando la trágica muerte de varios centenares de personas. A la ribera de esos ríos (lugar donde la norma dice que está prohibido edificar) y con el consentimiento de todas las autoridades administrativas, los lugareños habían construido sus casas, que la creciente se llevó en un santiamén, junto con sus habitantes. Para evadir responsabilidades, léase: hacerse la loca, la gobernadora del Putumayo, Sorrel Aroca, adujo que “la avalancha fue un hecho fortuito, no hay que buscar culpables”.
En Siria, el régimen de Bashar al-Ássad bombardeó con gas sarín a centenares de niños. Tal crimen de lesa humanidad suscitó una oleada de repudio mundial, sobre todo de los usuarios de Facebook, que, ‘indignados’, publicaron fotos y vídeos de los niños agonizantes botando babaza. Para no quedarse fuera de la fiesta de terror el presidente gringo, Donald Trump, ordenó atacar con misiles a Siria y movilizar portaaviones cerca de la frontera con Corea del Norte.
Horas después de la trágica muerte del cantante e ídolo vallenato Martín Elías, la columnista de El Tiempo, María Antonia García, insensible y desconociendo que en Colombia los delitos de sangre no existen, trinó que se sentía indignada porque se llorara al hijo de un asesino, en clara alusión a Diomedes Díaz, padre del fallecido de Martín.
Para rematar, el pantallero Luis Pérez Gutiérrez, gobernador de Antioquia, premió al artista, perdón, al reguetonero Maluma con el Escudo de Antioquia Categoría Oro, máxima distinción que la gobernación del departamento le da a un civil, arguyendo que lo que el cantante hacía era “poesía urbana”. ¿Pueden ustedes creerlo?
Si estas pruebas no los convencen de que el Apocalipsis está acá, a la vuelta de la esquina, no sé qué carajos los convencerá: ¿acaso que Uribe y Pastrana le pidan ayuda a Trump para darle un golpe de estado a Santos?
De mi parte, señoras y señores, yo ya no me acuesto nunca sin rezar el rosario. Por si las moscas.
