La revolución bolchevique fue producto, en gran medida, de la primera guerra mundial (1914-1918) y, claro está, del genio político de Lenin, el más grande estratega de todos los tiempos. Seguramente el destino de la revolución hubiera sido diferente si Lenin no hubiera muerto tan joven, 54 años, porque solo un genio de su categoría podría haber conducido la revolución en medio de todo el asedio imperialista.
Reconociendo los errores de Stalin, hay que decir que los soviéticos salvaron al mundo de la negra noche del nazismo, y esto es ya un gran aporte a la historia de la humanidad. La crisis actual del imperialismo neoliberal confirma la tesis central del marxismo-leninismo: el Estado es un instrumento de dominación de clase y la guerra es connatural al imperialismo.
La situación actual del mundo lo está comprobando con argumentos irrebatibles. La lucha de clases continúa en otras formas, pero sigue adelante, impulsando las transformaciones del mundo.