El pasado 9 de abril seguramente quedará marcado en las páginas de la historia por responder a una pregunta de obvia respuesta, ¿qué tan difícil será reconciliarnos? Incógnita que, aquel día de conmemoración por la memoria de las víctimas, dio una de sus muestras más evidentes y reprochables, para vergüenza nuestra.
No deseo entonces invertir estas breves líneas definiendo lo que está bien o está mal en este caso; ni mucho menos reflexionando si deberíamos o no castigar a quienes osan desde un "estatus moral elevado" definir lo correcto e incorrecto, lo justo e injusto de nuestra sociedad. Al contrario, deseo hacer un llamado para no seguir aquel juego de odio, para demostrar con nuestros actos y palabras que la paz es posible a pesar de las diferencias, y que nosotros, "vagos que no estudiamos", estamos dispuestos a dar el ejemplo de lo que es construir una nueva sociedad, en donde la guerra solo haga parte de los libros de historia y la memoria sirva para repensar nuestra sociedad.
Con lo de aquel 9 de abril no solo recordamos que el camino por el que hemos pasado ha sido difícil, también recordamos que el trecho que nos queda por recorrer como sociedad es aún difícil, y que requiere de nosotros, esos que creemos que es posible la paz, mucha inteligencia, paciencia, empatía y creatividad.