La película repetida. Así como el expresidente Samper volvió eterna la frase de que “todo fue a mis espaldas”, el presidente Santos acaba de hacerlo cuando con rostro pálido y por redes sociales dijo: “me acabo de enterar”, lo que puede ser muy posible porque así es como él nos ha gobernado estos siete años. Pero lo más grave es que no quieran aceptar una verdad irrefutable que escuché esta semana de un académico “en Colombia todo mundo quiere ser avispado”.
Lo que se está destapando es un delito electoral por donde se mire. Se le olvidó declarar toda la plata que recibieron. Pero eso, lo sabemos, no es nuevo. Como no es nuevo que el presidente y su ministro de Hacienda incluyan en el presupuesto los llamados “cupos indicativos” para poder repartir legalmente la mermelada.
Es la fiel radiografía de la cadena de corrupción en Colombia
porque eso mismo hacen
los gobernadores con los diputados y los alcaldes con los concejales
Es la fiel radiografía de la cadena de corrupción en Colombia porque eso mismo hacen los gobernadores con los diputados y los alcaldes con los concejales. Y lo de Santos fue idéntico. Dado que las campañas cuestan tanto, y los límites de gasto son tan irreales, todas reciben plata por debajo de la mesa y no lo declaran ante el Consejo Nacional Electoral y mucho más si los aportes provienen de contratistas que trabajan para el Estado o pretenden hacerlo en los siguientes años a su aporte.
El problema hoy en día es que esas revelaciones han puesto a tambalear la legitimidad del mandato presidencial de Santos, y como el 1 de abril saldremos a la calle los que nos indigna esta realidad y el Congreso insiste en elegir a Naranjo como vicepresidente, el mundo verá por primera vez un país decidido a marchar contra un nobel, que sobre su campaña y la debacle colombiana, se acabó de enterrar, digo enterar.
Publicada originalmente el 22 de marzo de 2017
@josiasfiesco
