Una de las razones que encontró Pekerman del mal momento de la selección era su falta de alegría en el camerino. La fraternidad con la que en el Mundial se reunían después de un gol a bailar la coreografía del Ras-tas-tas se ha perdido desde la Copa América del 2015 cuando dejaron de convocar a Pablo Armero. Su suplencia en el Udinese y Flamengo le quitaron ritmo de competencia. La cosa se agravó cuando en mayo del año pasado, después de llegar borracho a su apartamento en Miami, le exigió a su esposa, María Elena Bazán, tener relaciones sexuales. Cuando ella se negó se desató el infierno: después de insultarla y golpearla le trasquiló el pelo con unas tijeras. El escándalo fue tal que, al escuchar los gritos, los vecinos llamaron a la policía y lo detuvieron. No era la primera vez que Armero insultaba a su esposa. En el 2011 fue detenido mientras conducía borracho acompañado de una prostituta rumana. Cuatro años después María Elena lo descubrió en su propia cama con dos modelos brasileras.
Creíamos que la agresión de Armero lo sacaría para siempre de una convocatoria, pero ahí está campante, haciendo monerías y bailando en el camerino, otra vez convertido en Miñía el payasito gracioso que cuenta chistes y le alegra la vida a James y a Cuadrado. A excepción de Iván Mejía, Carlos Antonio Vélez y Oscar Rentería, el periodismo deportivo no se planteó la posibilidad de repudiar la convocatoria. Claro, clasificar al Mundial es más importante que cualquier otra cosa. Acá es normal putear y patear a la esposa. Así nos enseñaron a tratar a las mujeres. “No le pego porque se enamora” es una de las primeras frases que aprende a decir un adolescente con las hormonas alborotadas. Por eso es que Armero no es el único integrante de esta selección de Pékerman que ha maltratado a una mujer.
Dayro Moreno, quien no fue convocado en esta tanda de partidos pero se considera un integrante más de este equipo, insultó a una mujer en Manizales en el 2013 porque le tomó unas fotos en un bar. La agresión verbal no impidió que Pékerman siguiera llamándolo. Tampoco le ha importado al técnico argentino la demanda que ha interpuesto en febrero pasado Natalia Restrepo, exreportera de Win Sport, sobre un posible incumplimiento de deberes, abandono y maltrato sicológico contra su esposo, Abel Aguilar. El volante sería titular contra Bolivia. Alvaro Aguilar Bolaño, abogado y padre del jugador, quien lo representa en el proceso de divorcio, ha negado lo anterior y espera el fallo de la justicia. Sólo cuando el juez se pronuncie se sabrá quien tiene la razón sobre las causales de la separación.
Dayro Moreno, quien no fue convocado en esta tanda de partidos
pero se considera un integrante más de este equipo,
insultó a una mujer en Manizales en el 2013 porque le tomó unas fotos en un bar
Decía el profeta Francisco Maturana que las selecciones de fútbol se parecían a sus países. Por eso, en un país de machistas como este, se nos volvió normal que siete de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de agresión. En Bogotá, que se supone es la partecita más civilizada de este tierrero, cada año 11 259 mujeres son golpeadas por su pareja y el 10 % de las mujeres en el país han sufrido algún tipo de abuso sexual. Esos pobres muchachos que se dedican al fútbol, en su gran mayoría, vienen de hogares en donde lo común era que el papá, borracho, le levantara la mano a la mamá. Se criaron escuchando que el fútbol era una cosa de güevas, de machos, de hombres. Y ahí está el Bolillo levantando a golpes, pasado de guaro, a una mujer frente al Bembé, y ahí está el propio Pékerman avalando esa violencia llamando a maltratadores de mujeres a su equipo porque a él le debe parecer un hecho menor, extrafutbolístico. Para él debe ser normal que un hombre resuelva sus problemas golpeando o insultando a su esposa.
El amor por esta selección, la mejor de todos los tiempos, se me acabó. Me bajo de esa pasión. No voy a seguir siendo cómplice de una espiral de violencia que aún vemos con sorna, con indiferencia, como si fuera un hecho menor. No voy a celebrar ningún gol de un cuerpo técnico al que le importa un pepino llamar a hombres que desprecian mujeres. Estos son los ídolos de los niños y ese es el ejemplo que se le está dando a ellos, que no importa escupir, putear y patear a la pareja siempre y cuando puedas chutar como un dios una pelota.