Pareciera que aquí todo el que se refiere al acuerdo de paz con las Farc, celebre o se queje, se hubiera olvidado de otros los tremendos tentáculos que les quedaron vivos al pulpo subversivo: las milicias urbanas.
Hace casi un año, dos voces se levantaron en torno al tema. Me refiero al portal Verdad Abierta al cual replicó, entre otros, Semana, y el entonces procurador Alejandro Ordóñez. Del primero no funciona ya el link (lo intenté y fue imposible http://www.verdadabierta.com/procesos-de-paz/farc/6336-milicias-urbanas-el-rostro-clandestino-de-las-farc). Del segundo, el exprocurador, quedó su columna de opinión.
¿Y qué respondieron las Farc? Que ese tema solo estaba en la imaginación del entonces procurador Ordóñez, según palabras de alias Pastor Alape. Hay que decirle al subversivo que pueda que en este país no se lea, pero que los que sí, pueden encontrar el Estatuto de las milicias bolivarianas de las Farc, promulgado por la octava conferencia nacional de guerrilleros. ¿Qué el documento es viejito? Claro, es del 89. ¿Y eso le resta importancia? Pues no, porque ya sabemos que los tiempos de las Farc llevan años de paciencia frente a sus objetivos… Y miren si los han ido logrando.
Lo que se infiere muy fácil porque está muy explícito —como lo hizo Ordóñez—, es que son parte del aparato militar porque les ordenan que se organicen como milicias y dependen del Secretariado y los frentes de guerra. El documento dice también que se deben integrar en escuadras, pelotones, compañías y batallones, lo que confirma su característica militar.
Buscando su historia, estaban integrados en dos movimientos que son el bolivariano, fundado por Alfonso Cano, y el PC3 (Partido Comunista Clandestino Colombiano). La información y el mismo exprocurador, hablan de cómo donde en el seno de esas dos organizaciones están alineadas ocho mil personas. Es lo que se conoce como estrategia de dos puntas, porque se juega en dos escenarios paralelamente: el de la alianza, pero también el del ataque. ¿Les suena?
Se dice que estos milicianos están en las principales ciudades y zonas neurálgicas de vulnerabilidad social y necesidades insatisfechas, el mejor caldo de cultivo para sus pretensiones políticas, y esto va a impedir que cualquier otra organización que llegue a hacer cualquier tipo de oferta, no tenga nada que hacer ante la prevalencia de las Farc que tienen ya veinte años de trabajo. ¿Será que a algún candidato de los de hoy, le sirve políticamente lo que hacen las milicias? No es difícil pensarlo.
Las milicias urbanas se quedaron peligrosamente por fuera de las negociaciones que incluyeron a siete mil combatientes que forman parte de la estructura militar y que están en las zonas veredales de desmovilización o de concentración, para seguir haciendo su trabajo político en los barrios y zonas que tienen controlados desde hace mucho tiempo. El hecho es tan grave como los negados 10 mil 400 millones de dólares que reveló y le costó la cabeza al exdirector de la UIAF (Unidad de Investigación de Activos Financieros) en su momento. ¿Y si eso es así, quién asume el costo político de ese desatino?
Estas personas, dada su vinculación con las comunidades, seguirán con su labor informante y seguirán fortaleciendo su gran capacidad de movilización de marchas y diferentes protestas en universidades, etc.
Ahora que comienzan a concretarse aspirantes a la presidencia de Colombia, la pregunta de por qué quedaron por fuera del acuerdo de paz las milicias urbanas va a tomar nueva fuerza, en la medida en la que se constituirá sin duda en parte del discurso político del ahora dirigente conservador Alejandro Ordóñez y de las demás organizaciones que votaron el No en el plebiscito. Esa pregunta se va a volver más grande, porque surgirán entonces más preguntas: Quiénes son, cuántos son, dónde están, qué hacen, qué recursos manejan, con qué propósito. Pues no es difícil pensar que lloverán los tamales y las presiones sociales, porque ocho mil activistas con un narcobrazo financiero como el de las Farc, hacen maravillas.
Informaciones de inteligencia aseguran que desde hace veinte años
vienen desarrollando un papel político
y de movilización social en toda la estructura del país
Informaciones de inteligencia aseguran que las milicias urbanas, que nunca se desmovilizaron porque hábilmente nunca se incluyeron en el proceso de negociación, desde hace veinte años vienen desarrollando un papel político y de movilización social en toda la estructura del país. Hacen presencia desde los barrios más populares, hasta universidades, empresas e instituciones, y son formados a niveles académicos altos (magister, doctorados, etc), tienen buena capacidad económica y reconocimiento social, pero nadie sabe que son de las Farc.
Todo parece una obra obra de teatro, una farsa y el país como si nada pasara. ¿Será que tan de agache ha pasado? ¿O será que quienes lo saben prefieren no dejarlo ver? Habrá que esperar el impacto de esas milicias al entrar Voces de paz -el partido político de las Farc- al escenario activo con su colectividad.
Lo más grave no es lo que está pasando con las Farc, sino con la estructura política que permite estos bodrios y en las condiciones que se señalaron: manejo de dinero, capacidad político-militar y vendiédole al país la idea de que esa es la paz y que gozamos de las mieles del posconflicto. ¿Por qué el “chofer” del bus de la paz dejó tirados a los milicianos?
¡Hasta el próximo miércoles!