Estando bajo el cuidado y protección del ICBF a través del Hogar Infantil Corinto, dieciocho menores entre los 3 y los 5 años de edad, fueron sometidos a tratos inhumanos, maltrato, tortura y actos sexuales abusivos entre otros, por parte del docente Fabián Vivas Guzmán en 2015.
Todo comenzó cuando uno de los niños empezó a mostrar resistencia cuando debía ir al jardín. Controlaba esfínteres, pero debido a esto, recomenzó a orinarse en la ropa. Decía que su profesor era malo y fue entonces donde su madre indagó qué pasaba y este le relató, en sus palabras, lo que ocurría.
“El profesor me castiga mucho, porque no me dejo quitar la ropa y porque peleo con mis amigos. Nos castiga sentándonos en una silla y nos chuza con agujas en las nalgas” refirió angustiada la víctima. Por si fuera poco y luego de ser valorado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INML y CF) dijo que “le había visto el pene al profesor y que todos los amigos le han visto el pene al profesor”.
Uno a uno y sin saber, los padres de familia fueron dándose cuenta del atroz abuso y se dirigieron, del mismo modo, a denunciar ante la Fiscalía al tutor de preescolar.
Hecho lo pertinente, durante una sesión terapéutica se le permite a un menor identificar su espacio vital y dentro del mismo incluir personas que mantendría dentro de ese espacio, él se refiere a su madre y menciona otros familiares cercanos. Posteriormente se le pregunta qué persona no incluiría dentro de su espacio vital, a lo que manifiesta: “El profesor Fabián, él es malo, me castiga”. La madre aduce que el menor refiere constantemente: “El profesor me muestra el pene, el profesor castiga a un compañero porque se porta mal y lo pone a darle picos en el pene. El profesor huele a feo, no se baña, nos castigaba también metiéndonos debajo de la mesa”.
En yuxtaposición, diferente madre comenta que su bebé le había contado que “el profesor del jardín en Corinto, Cauca, le enseñaba el miembro a los niños y a unos les pedía que le tocara o le diera besos. A unos niños, el profesor los amarraba con cinta como castigo, les chuzaba la cola con agujas, les tapaba la boca con cinta”.
Otro infante le manifiesta llorando a su creadora que no deseaba que lo enviaran donde el profesor Fabián. Por tal razón, el menor presenta comportamientos diferentes, tales como renuencia a ir al jardín, orinarse en la ropa y angustia.
De igual forma, un nuevo niño ya no quería asistir al hogar infantil, se aferraba a las piernas de su madre fuera del hogar para no quedarse allí, así como, antes de salir de su vivienda, el preescolar escondía las llaves de la motocicleta de la señora con el fin de retrasar o evitar su traslado al lugar de estudio.
En sus testimonios, varios pequeños relatan que un niño en especial y dos compañeritos eran puestos por el pedagogo debajo de su escritorio para que le besaran el pene. Tesis que fueron corroboradas por sus padres y descritas a la autoridad competente.
En uno de los 3 casos de peritaje forense realizado a igual número de niños, uno relata: “no me gusta a veces mi profe, se porta mal, me pega, saca el pipí, en el salón, se lo veo yo, es grande; a veces me muestra el pipí”.
Estando en cama con su madre, un niño más le confiesa a su progenitora que un día donde esta lo recogió tarde, él “había llorado mucho porque el profesor le había chupado el pene” y que había hecho que el niño hiciera lo mismo al docente.
Un psicólogo e investigador criminal concluye que una de las menores implicadas en este hiriente caso, “no presenta signos de abuso sexual evidente, pero sí signos de maltrato físico y psicológico” y dice que “es probable que la menor haya estado expuesta a las exhibiciones del miembro viril por parte de su profesor y tocamientos a partes íntimas” realizadas por el citado hombre.
Caso similar ocurre con otro pequeño donde el perito forense determina que “presenta características típicas de abuso sexual infantil, ya que muestra temor, ansiedad, reticencia al hablar de lo sucedido y estrés postraumático”. Y, congruente a esto, una psicóloga clínica sostiene que estos niños “evidencian conductas propias de abuso sexual”.
Aunado a lo anterior, otra profesional de la psicología dictamina que “se evidencia afectación psicológica (emocional y social), cuya característica no es del estadio del desarrollo en el que se encuentra, con presencia de comportamiento de aislamiento y retraimiento (tristeza y soledad), por lo cual –continúa la terapeuta– se evidencia que la niña ha experimentado un evento adverso de la infancia”.
Lo paradójico y doloroso para estas familias y sus vástagos es que no todos los niños han sido valorados por medicina legal, solo a tres de dieciocho, se les ha realizado el dictamen pericial de psicología forense.
Algo que encubriría muy bien estos pecaminosos episodios, es que el salón donde estudiaban los menores abusados, estaba organizado de modo que los demás docentes no podían observar el lugar exacto donde estaba el presunto abusador, el aula estaba cubierta a la vista de los transeúntes de la institución por cajones llenos de carpetas y toallas, luego de saberse el bochornoso acto, curiosamente, este fue reorganizado para tener a vista el buró del educador.
De acuerdo a la información recopilada, se encontró que el profesor bañaba en ocasiones a los menores de la cintura para abajo y les daba dulces, chocolates o paletas con el fin de que no dijeran nada. Esto solo lo hacía con los hombres. Lo que, según el perito forense, demuestra rasgos o conductas de un pedófilo y su perfil encaja en el de un agresor sexual.
Después de todo y pese a lo ocurrido, el indiciado manifiesta que: “la última vez que hablé con el fiscal me dijo que estaban esperando un documento de Bienestar Familiar para archivar el proceso”.
Los padres de familia pidieron a la Fiscalía el cambio del Fiscal para que se nombrara uno especializado en temas de abuso a menores, pero dicha petición fue negada.
El docente, por lo tanto, se encuentra libre, no existe orden de captura en su contra, la única medida que se ha tomado frente a él, es que fue retirado del cargo.
Las familias de los niños han sido sometidos a escarnio público, se les ha humillado y rechazado por insistir en el proceso contra el señor Fabián Vivas.
Por todo esto, acudieron a una firma jurídica, Conde Abogados SAS, organización jurídica que, a través de la abogada Cindy Lorena González Rojas, se encuentra adelantando trámite de demanda contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Fiscalía General de la Nación. Adicional a esto, es importante resaltar que se han realizado dos audiencias de conciliación en la Procuraduría General de la Nación, sin que hasta el momento el ICBF se haya presentado a las mismas, mostrando así su desidia y falta de interés por restablecer los derechos de los 18 niños de Corinto, situación que resulta ambigua con las funciones que tiene dicha institución.
@Camuntor