Otro nombre no se le puede otorgar al último acto de corrupción acaecido en Colombia, que ha cautivado la atención de toda la población. El sonado caso de la constructora Odebrecht ha levantado una polvareda impresionante. Hace quince años que esta firma brasilera venía otorgando prebendas a quienes comulgaban con su ‘sano’ interés de apropiarse de los contratos más voluminosos en países vulnerables, entre ellos, el del ‘Corazón de Jesús’.
Ni la mente más descuidada ha pasado por alto los movimientos de este monstruo, cuyo veneno paralizó hasta los aparentes hombres de bien. Sencillamente es la noticia más asombrosa de la actualidad, esa que a muchos les provoca llorar, a otros maldecir y muchos anhelan que por primera vez la justicia funcione en contra de estas acciones ilícitas. Gracias a un juez brasilero, el mismo que destapo el tema Petrobras, hoy, las cartas de la baraja empiezan a mostrar las jugadas mágicas de nuestros ilustres políticos.
Cada día es una tortura para quienes están involucrados en el mayor escándalo latinoamericano. Algunos solapados ya no poseen uñas y el estreñimiento los agobia, a otros se les ha hundido el fundillo. Los ataques de nervios blindan a estas ‘joyas’ de cuello blanco, que maldicen la hora cuando la justicia carioca despertó. El acuerdo entre Odebrecht, la Procuraduría de Brasil, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Procuraduría General de Suiza, en el que altos directivos reconocieron los delitos, se tradujo en el flechazo envenenado para los bandidos oligarcas criollos.
Aquí nadie se salva; no hay buenos ni malos, todos son carroñeros. Por lógica burocrática la función coimera tuvo que pasar por la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), el Ministerio de Transporte, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público y el Departamento Nacional de Planeación (DNP); no hay necesidad de adivinar, es simple principio de racionalidad. La diferencia son las manos, unas callosas y otras lisas; en este caso las primeras aguantan el fogonazo ya que están diseñadas para esta finalidad. Prácticamente son el escudo de las supuestas manos limpias.
A vuelto la célebre frase de un ‘ex pluma blanca’: “todo fue a mis espaldas”, gran ejemplo para los actuales caciques; por un lado un súbdito del ‘patrón del Ubérrimo’, quien folclóricamente insiste ser víctima de una persecución política, desconociendo cualquier imputación en su contra; y por el otro, el viejo ‘Juanpa’, quien alegremente expresó: “lamento profundamente y pido excusas a los colombianos por este hecho bochornoso que nunca ha debido suceder y del que me acabo de enterar”.
Estos conceptos rayan en la mezquindad, traduciéndose en el mayor tributo a la cleptomanía, por infortunio algo natural en la cultura política de la nación. Es obvio que tanto ‘Juanpa’ como el ahijado de Uribe fueron conocedores de los aportes a las campañas que hiciera en su momento la multinacional Odebrecht. Lamentablemente la política-electoral colombiana se mueve así, desde la local hasta la nacional efectúan el mismo procedimiento, bajo el consentimiento del jefe. Que ahora salgan a desconocer las triquiñuelas de sus subalternos es como decir que llueve hacia arriba. Solicitarle al pueblo que se crea el cuento, es más ofensivo que los mismos sobornos.
Naturalmente la firma brasilera hizo una inversión significativa en las dos campañas, con el objeto de no perder su inversión; los poderosos empresarios aseguran de raíz su futuro financiero, es política de la organización. Para ellos los procesos electorales de Colombia les importa un pepino, uno de los socios expresó que los dos candidatos no les representaban peligro porque eran de la misma línea, concepto bastante aterrizado.
Como se dice en el argot popular, el caso Odebrecht es ‘la mierdita que no tapó el gato’. Se recibieron más de 11,5 millones de dólares por sobornos durante el 2009 y el 2014 y nadie se dio cuenta.
Para rematar, ‘Juanpa’, dijo que se enteró de la reunión pero no de su contenido, más grave aún, entendiendo que él es el coordinador natural de su campaña. Mientras tanto el vacilón continua, y el pueblo disfrutando de su innato folclorismo. Como siempre pasa en este país, existen muchos peces pequeños y algunos medianos dispuestos a asumir la responsabilidad de sus patronos, mientras estos se muestran al país como víctimas, buscando en la opinión un espacio para seguir con sus planes. Las campañas electorales son la mejor inversión de muchos ricos de este país.