La pregunta anterior la planteaba mi profesor, el siempre lúcido y admirable Julio Roballo, cuando los estudiantes llegábamos con 5 o 10 minutos de retraso y algún tipo de excusa a su clase de Estructura, Funcionamiento y Control del Estado Colombiano. Ante tal pregunta retórica, los estudiantes nos avergonzábamos de un comportamiento común y aceptado en los colombianos: el dar excusas por todo en aras de evitar la responsabilidad de lo cometido.
La anécdota es nada más una prueba de cómo culturalmente recurrimos a las justificaciones de cualquier índole con el fin de siempre quedar bien. Y eso le pasa a los ciudadanos del común, así como también a los presidentes y dirigentes políticos de este país.
Tras la aceptación de Roberto Prieto en Blu Radio de aportes de la corrupta multinacional brasilera Oderbrecht a la campaña de Juan Manuel Santos, las excusas y justificaciones no se hicieron esperar. El primero de ellos fue el presidente de la república, quien afirmó que “se acababa de enterar“ de tales aportes, como si eso lo eximiera de su responsabilidad política, legal y moral con la nación.
Así como Santos, el senador Álvaro Uribe ha constituido el ejemplo vivo del uso reiterativo de las excusas para salirle al paso de las innumerables acusaciones que se le enuncian. Uribe ha llegado a decir que se ha “autoengañado“ al nombrar al filósofo y filólogo Sergio Jaramillo en el Ministerio de Defensa. Con ello, buscaba evadir todo tipo de responsabilidad ante sus seguidores por el hecho de haber nombrado a quien hoy en el Gobierno Santos es uno de los artífices del actual proceso de paz con las FARC. Su mayor rival político.
Desde luego, no solo Santos y Uribe son colombianos sin excusas. También lo son Andrés Felipe Arias y sus excusas a la hora de hablar de sus implicaciones en el escándalo de corrupción de Agro Ingreso Seguro, Simón Gaviria y su “nos equivocamos en el afán del día de no revisar artículo por artículo“, con lo cual, en su papel de Presidente de la Cámara de Representantes firmó la controvertida Reforma a la Justicia. Ahí no pararon las excusas, pues Gaviria declaró que “fue el Gobierno Nacional el que pensaba que esto era conveniente“, como si él no hiciera parte de la denominada Unidad Nacional que adelantó el trámite de la citada reforma. Aunque dio muchas excusas, aseguró que no tenía nada que esconder y no tenía nada de qué avergonzarse.
Desde luego, podría incluir en esta lista al presidente Ernesto Samper, hoy Secretario General de UNASUR, a Alejandro Ordoñez, a Gustavo Petro, a Oscar Iván Zuluaga, a Enrique Peñalosa, a Clara López, a Armando Benedetti y un largo etc. No obstante, no hace falta citar estas personalidades para dar cuenta de una actividad que se institucionalizó en los políticos y que se arraigó en la cultura colombiana.
Por ello sorprende que tras las revelaciones de Roberto Prieto, el otrora candidato Antanas Mockus, en un claro reflejo de probidad y grandeza, no recurriera a la excusa para decir que perdió las elecciones del 2010 por la artimaña uribista-santista de ese año. Fácil habría sido decir que por ello no pudo ocupar el cargo político más importante del país. Nadie se lo habría negado. Todos lo habríamos admitido.
Pero no, el profesor Antanas Mockus, en una muestra más de civismo, sensatez y humildad, no recurrió a las excusas para reconocer que hubo cosas que no hizo bien y por eso no ganó en 2010. Profesor Julio Roballo, hoy le quiero responder su pregunta ya que sí existe un colombiano sin excusas, que reconoce sus errores y que no acusa a otros para evadir responsabilidades. Eso sí, fue por no saber dar excusas que no llegó a la presidencia del país.
