Emilio Odebrecht reconoció ante los jueces brasileros que "todos sabían dentro y fuera de la empresa que el pago a los políticos era una costumbre y que le repartían a todos sin diferenciar partidos y que a quien ganara le incrementaban las donaciones". Confesó, sin ningún aspaviento que cuando él era el CEO de la empresa, los giros se hacían desde "La Oficina", manejada por dos empleados pero que lamentablemente para efectos de los testimonios, uno está muerto y el otro padece alzheimer.
"En mi época, las cosas era más sencillas. No tenia la complejidad que le tocó a Marcelo al frente de una organización haciendo negocios en 20 países", concluyó para justicar la actuación de su hijo condenado a 20 años de cárcel.
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