Le fue muy mal al vicepresidente Germán Vargas Lleras el viernes en Tumaco. Al continuar con su correría politiquera, anunciando la construcción de cientos de casas gratis como si fueran de él y no obra del gobierno, lo abuchearon y le sabotearon el acto. ¿Su respuesta? "No entiendo por qué (…) la politiquería se ha tomado de lado y lado al municipio". Estas declaraciones son realmente sorprendentes, especialmente porque se investiga si él hizo, precisamente en esa ocasión, descarada politiquería.
Si algún partido está contaminado a niveles vergonzosos de todos los vicios del viejo ejercicio de esta profesión, es precisamente Cambio Radical, cuyo creador y cabeza es Germán Vargas Lleras. Dentro de una crisis significativa de todos los partidos en el país, varios de los gobernadores y alcaldes respaldados abiertamente por la agrupación del vicepresidente están hoy seriamente cuestionados por paramilitarismo, corrupción y otros delitos de igual calibre.
El caso paradigmático es el de la exgobernadora de la Guajira, Oneida Pinto,
quien con el aval de Cambio Radical se postuló como candidataa la gobernación de su departamento
Pero sin duda el caso paradigmático es el de la exgobernadora de la Guajira, Oneida Pinto. Con una gran sonrisa, Arturo Char —de la casa política que maneja los hilos de poder del vice en la Región Caribe—, aparece al lado de la candidata de entonces en una foto clave, cuando con el aval de Cambio Radical, se postuló como candidata a la gobernación de su departamento. Elegida, no solo fue destituida, sino que hoy está en la cárcel con toda clase de imputaciones. Y el señor vicepresidente sigue asumiendo la actitud frente a ella y otros de sus candidatos, que han resultado un fraude para la población, como si no fueran asunto de él.
Precisamente por su reconocido clientelismo, por su politiquería de la peor clase, por lo que para muchos ha sido un abuso del puesto de vicepresidente, realmente resulta una ofensa a la inteligencia de los colombianos su denuncia en Tumaco. Si alguien ha promovido la politiquería ha sido precisamente Germán Vargas, desde cualquiera de las múltiples posiciones que ha ocupado en el Estado.
No solo resulta sorprendente su "frescura", como se diría en la región Caribe, sino el hecho de que nadie protesta; es más, ninguno de los entes de control lo toca. Es como si todos estuvieran convencidos de que será el próximo presidente, y la lagartería de este país, especialmente del sector que depende de los políticos, acalla cualquier denuncia. Hasta el presidente Santos, que le ha tenido una paciencia infinita, le ha llamado la atención cuando realmente se le han ido las luces a Vargas Lleras. Pero, aun así, cada vez que puede, posa de niño diferente a ver si se libra de los costos que debería asumir como parte de este Gobierno.
Los colombianos estamos desesperados con la vieja política colombiana, pero ese mensaje parece no llegar a los oídos del vicepresidente. Esta forma histórica de llegar al poder, con sus vicios, le ha causado demasiados daños a la democracia de nuestro país. Además, ya no es tan fácil engañar a la gente, aunque desafortunadamente todavía hay sectores que siguen creyendo que este país solo lo manejarán las dinastías, por derecho propio. Por ello, las elecciones del 2018 deberían ser distintas, pero ese es aún un sueño porque no se ve hasta ahora que vaya a haber un cambio real —y menos si es cierto que condenados por el proceso 8.000 ahora quieren llegar a la Presidencia—. Ojalá eso sea solo una pesadilla y no una de las malas noticias que escuchamos con frecuencia.
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