El jueves 09 de marzo de 2017, tomé un servicio B16 en la Estación Salitre - El Greco para llegar a Alcalá. Eran aproximadamente las 9:30 de la noche. A eso de las 9:50 pm, cuando el biarticulado paró en la Estación Av. Chile, dos hombre de entre 23 y 28 años, entraron al último vagón del bus y atracaron a tres personas, una de las cuales era yo. Sin miedo, sacaron sus cuchillos y nos quitaron el celular. Una chica se resistió, gritó por alrededor de un minuto, y al final, cuando los ladrones se dieron cuenta que ya llevaban mucho tiempo en su fechoría, salieron corriendo, y el celular de esta mujer, asombrosamente se salvó.
Pero el problema, más allá de un robo en una ciudad donde este tipo de eventos ocurren a diario, es la ineficacia con la que el sistema enfrenta la situación. Apenas sucede el robo, el conductor del bus nos dice a los afectados que tenemos dos opciones: o nos bajamos en la estación, esperando que llegue la policía para poner el denuncio, o seguimos el recorrido para comodidad de los demás pasajeros. La opción más viable: esperar en la estación.
Cuando nos bajamos del bus, no hay un solo policía o empleado en Transmilenio en la estación; solo hay un guarda de seguridad que nos cuenta que no es la primera vez que pasan este tipo de situaciones en esa zona, y que por más que intentan atacar el problema siguen atracando en el sistema. Cuando intento salir a una de las taquillas, preguntando si alguien tiene un celular con datos para rastrear mi teléfono con la aplicación que tenía instalada en él por si un día me pasaba esto, solo responden que no está en sus manos atender este tipo de situaciones y que me recomiendan esperar a que llegue la policía. Cuando llega esta última, veinte (20) minutos después, solo nos dicen que los ladrones saltaron del bus tras el robo, cruzaron la Carrera 30 y se subieron en una camioneta; en cuyo caso, es imposible rastrearlos.
Analizada en detalle, la situación es compleja por varias razones y plantea un buen número de preguntas sobre la seguridad en la ciudad, pero especialmente por las condiciones en que Transmilenio está prestando el servicio. ¿Cómo es posible que existan estaciones sin seguridad? ¿Existe una ruta de atención para que los profesionales del sistema sepan cómo reaccionar en estos casos? ¿Dónde quedan las cámaras de seguridad para hacer seguimiento a los ladrones? ¿Se están adelantando medidas realmente eficaces, más allá de los mensajes en el sistema que nadie lee, para que estas cosas no ocurran? Y si no es la primera vez que ocurre esta situación, ¿por qué continúan sin seguridad las estaciones de Transmilenio?
Desafortunadamente, un sistema que está colapsado hace años, nos está demostrando que además de su mala planeación, tiene serios problemas para asegurar las condiciones de seguridad de quienes pagamos por su servicio.
