Santa Marta tiene tren, pero no tiene ciclovía.
Con el pretexto de solucionar la problemática de movilidad de Santa Marta, se está ejecutando el megaproyecto de ampliación de la malla vial de la Ciudad.
Calles rotas por todos lados. Huecos. Taladros que gritan ruidos ensordecedores. Lodo. Aguas negras. Aguas podridas de alcantarilla. Todo esto constituye parte del actual paisaje samario.
La idea principal de este proyecto es que los vehículos puedan circular con fluidez, que no haya trancones, como vengo diciendo. Sin embargo, hay un pero.
Es bien sabido por todos que esta solución no va a funcionar: es contraproducente. Se construyen más carreteras para resolver los trancones, pero paradójicamente aparecen más vehículos y en consecuencia más trancones.
La creación de más carreteras hace creer que este hecho en sí mismo estimula la aparición de más vehículos.
Es por eso por lo que los alcaldes, los mandatarios locales, e inclusive los gobernadores deben pensar que sus ciudades, municipios y departamentos sean sostenibles. Es menester implementar políticas y normas que desincentiven el uso del carro: más días sin carro, más días sin moto, más ciclovía.
Santa Marta es una ciudad pequeña. Todo queda relativamente cerca. La playa, La Quinta de San Pedro Alejandrino. La Ciudad se deja caminar o recorrer en bicicleta. Sin embargo, lo extraño de esta megaconstrucción es que no se ve por ningún lado la construcción de la ciclovía.
Es un absurdo: ¡Santa Marta tiene tren, pero no tiene ciclovía!