Existen subsidios necesarios y otros que son netamente absurdos. En Colombia, el tema de subsidios alcanza el umbral de los 88 billones de pesos, una cifra impresionante y bastante triste, creería yo. El colombiano tiene reputación de perezoso entre los ricos y de arrancado para los pobres. Es una polarización que divide opiniones y que separa a la población. Sin embargo, es increíble qué, acorde con Simón Gaviria, director de Planeación Nacional, 19,7 billones están destinados para un 20% de la población más adinerada y 16,3 billones para el 20% de la población más pobre. ¿Por qué los ricos reciben más si son más ricos?
Revisemos el panorama. Personajes como los congresistas, quienes a su vez son unos solapados, ganan los salarios más sobre valorados del país. Estas personas, que deberían ser las más respetadas de la nación, son aquellas más criticadas. ¿Por qué? Porqué no pagan servicios, se les brinda un circuito de seguridad que considero excesivo y descarado. Se les beneficia con absolutamente todas las facilidades económicas que una persona de clase media y baja no obtiene, y a pesar de todo esto tienen el descaro de congelarse el sueldo y además subírselo porque les da ese poder. Son la calaña del Estado.
Por otro lado, los pobres, quienes son los más vulnerables y al parecer son un cáncer para el Estado (¡Qué casualidad! ¿No?), son vistos como perdidas. Empecemos por la declaración del señor Peñalosa afirmando que quitaría el subsidio de transporte a 250,000 estudiantes. Esto, según la Concejal María Victoria Vargas, produce un gasto de 10 millones de pesos semanales y qué el subsidio ha provocado pérdidas de 1,8 billones de pesos. Bárbara y cínica esa afirmación. Yo me pregunto ¿Cuántas perdidas provoca el subsidio de todo lo que se les da a los congresistas? Claro, teniendo presente su magnífico sueldo.
Veamos otro caso que ni siquiera fue noticia pero fue denunciado por el mismísimo creador de la fundación ASODISVALLE. Jeison Aristizabal alegó contra la alcaldía de Maurice Armitage qué, sorpresivamente se les fue retirado el subsidio de transporte. Lo que la gente no sabe es que al grandioso magnate se le olvidó que ese subsidio era para 532 niños en condición de discapacidad. Pero ellos también son vistos como perdidas ¿No? Al parecer eso provocaba un gasto monumental para la alcaldía del señor Armitage. Qué diría la gobernadora y además ex-convicta Dilian Francisca Toro qué, para hacer campaña política, si visitó la fundación, pero luego nadie ha vuelto a saber de ella allá. Triste esa historia me parece.
El Estado tiene que empezar a redefinir y redireccionar fondos. La economía de Colombia parece un circo de subsidios y de gastos innecesarios y ni hablar de los impuestos absurdos de la nación. Para comenzar un nuevo país y de verdad empezar a crecer, debemos reestructurar el Estado, pues ya nos dimos cuenta, que en muchos aspectos, éste no sirve, o por lo menos no satisface al pueblo. Debemos recordar que el fin último del Estado debe ser siempre el bien común, aspecto que realmente esta nación no trabaja.
