Desde las cuatro de la mañana del 2 de marzo del 2017 en el resguardo de Rioblanco, municipio de Sotará en pleno macizo colombiano, centenares de comuneros subían a los buses escalera conocidos como “chivas” con destino a la ciudad de Popayán para rechazar la inoperancia de la justicia que un año después del asesinato del Gobernador de su cabildo, Willar Alexander Oimé Alarcón, no tiene ningún resultado de las investigaciones de ese crimen.
Transitaron por todo el cañón del río Guachicono para cruzar por los municipios de la Sierra, Rosas, Timbío hasta llegar al Barrio Sindical de Popayán donde otra multitud los esperaba en la sede de la colonia Rioblanqueña. Conformaron dos filas encabezadas por la guardia indígena mientras que en el centro se portaban las pancartas con la exigencia de saber la verdad de lo ocurrido hace 365 días en pleno sector histórico de la Ciudad Blanca.
Desde una camioneta acondicionada con equipo de sonido uno de los comuneros le daba a conocer a los desprevenidos transeúntes que marchaban para reclamar que se hiciera justicia contra los responsables del asesinato de su dirigente mientras que dos indígenas yanaconas levantaban la gran pancarta que rezaba: no más impunidad. Ya en el centro histórico en el sitio donde Oimé Alarcón cayó abatido por las balas asesinas hicieron un alto para recordar que ese crímen se cometió a plena luz del día, en un lugar que se supone custodiado por las autoridades y con cámaras de seguridad. Presentaron excusas a los vecinos del lugar por interrumpirles la tranquilidad para dar paso al abogado indígena Miller Hormiga quien entregó detalles del avance del proceso señalando que en dos ocasiones ha debido aplazarse la audiencia de imputación de cargos por parte de la fiscalía por razones diferentes como la captura en otro municipio a uno de los señalados del homicidio, porque otro no tenía un abogado que lo defendiera, etc. Hormiga un comunero yanacona de baja estatura dejó por un momento su status de abogado para hablar como indígena y dejar en claro que “solo queremos la verdad, que se sepa quiénes son los autores materiales e intelectuales del crimen y que todos sepamos la verdad”.
La multitudinaria manifestación seguía su tránsito por la ciudad sin consignas y solo se oían las chirimías propias de la región y la voz del comunero locutor que no se detenía en informar las razones de esa movilización. Atravesaron el parque Caldas pero no se detuvieron ni en la Alcaldía ni en la Gobernación pues su objetivo era llegar al Palacio de Justicia “antes que salgan los funcionarios”.
Una delegación de la comunidad indígena yanacona encabezada por el gobernador del Cabildo Mayor Ferley Quintero ingresó hasta la Fiscalía para entrevistarse con los funcionarios que llevan el proceso investigativo pero lo cierto es que no les dieron ninguna razón diferente a la que entregó el abogado que acompaña a la familia. La hipótesis inicial que el crimen no tenía como móviles el hurto se mantiene porque la gruesa suma de dinero que llevaba en su mochila nunca fue tomada por los agresores a lo que se suma las declaraciones de los testigos en el sentido que fue baleado por la espalda y que siempre los disparos fueron dirigidos contra su humanidad y nunca para sus acompañantes. Así las cosas, unas versiones posteriores que hablaron de la detención de una banda de delincuentes entre los que se encontraban los presuntos autores del asesinato no tienen el peso suficiente pero los vinculados a la investigación aunque están por fuera de las rejas se mantienen dentro del proceso. Habrá que esperar no se sabe por cuánto tiempo para conocer la verdad pero lo que si es cierto es que esta no será ni la primera ni la última movilización para evitar que un asesinato como éste quede en la impunidad.
A paso lento pero con la convicción que su largo viaje no será en vano los indígenas yanaconas vuelven a tomar las chivas que los llevarán de nuevo al imponente macizo colombiano pero se van pensando en todos los hechos que han pasado en sus territorios de los que nada se sabe hasta el momento. Van recordando en el camino que hace más de 20 años el gobernador del Cabildo mayor del Pueblo Yanacona Dimas Onel Majín cuando apenas contaba con 21 años de edad fue asesinado cuando de madrugada salía a cumplir obligaciones con la comunidad, llega a sus memorias el cuerpo bajito de Ricardo Abad Jimenez que a poca edad fue Gobernador del Cabildo de Rioblanco, integrante del Comité Ejecutivo del CRIC y que balas asesinas acabaron con su vida cuando se desempeñaba como Secretario de Gobierno del Municipio de Silvia al oriente del Cauca. La mente no se detiene en la generación de pensamientos y hasta ella llega la información de un joven estudiante de derecho en la capital del país, Cristian Anacona Castro que después de 15 días del asesinato del gobernador Oimé Alarcón fue asesinado en el municipio de la Sierra-Cauca justo luego de participar en una reunión en la que se analizó el futuro del resguardo con la pérdida de su autoridad.
Los recuerdos se mantienen y así van repitiendo una larga lista de personas del pueblo yanacona que han perdido sus vidas o han desaparecido en su lucha por la defensa de sus territorios pero que hasta ahora se mantienen en la impunidad porque la justicia ni cojea ni llega.