"El infierno está lleno de buenas intenciones" una expresión muy usada cuyo autor no es claro en la historia, pero que se reconoce como muy antigua, parece muy apropiada para el programa "Ser Pilo Paga". Tiene grandes defensores obvios, como las universidades privadas que recibieron fondos importantes del gobierno para financiar estos estudiantes pilos, pero sin recursos. También tiene grandes detractores, entre los cuales no solo hay educadores sino universidades públicas. Éstas vieron como un error no enviar estos estudiantes a sus centros educativos, no solo para reforzar sus escasos recursos sino por tener ambientes menos elitistas y más cómodos para los estudiantes brillantes de bajos recursos.
La discusión es interminable, y la realidad es que solo cuando se empiecen a graduar los primeros pilos se sabrá la real eficiencia y efectividad de este programa de política educativa focalizada. Pero hay un punto que ha aflorado recientemente y merece una atención especial. Debe recordarse que el estudiante que no termine exitosamente su carrera no ha recibido un subsidio sino un crédito que debe pagar, se supone en condiciones favorables. Pero crédito es crédito, sobre todo para aquellos que se enfrentan a un mercado laboral tan selectivo como el colombiano.
A las críticas existentes una de las más preocupantes surge si por la ineficiencia de las entidades responsables de su ejecución, el fracaso de los pilos se pueda deber a factores que nada tienen que ver con su capacidad intelectual. El Icetex es el responsable de hacerle llegar a tiempo los recursos que el gobierno les asigna a estos estudiantes que por su misma naturaleza son POBRES —con mayúscula—. Qué frescura echarle la culpa a Hacienda de que por trámites se han demorado meses en hacerles llegar el dinero, que es de supervivencia para los de beneficiarios de este programa. Estudiantes desmayados por física hambre y endeudamiento de unas familias ya en el nivel de subsistencia, demuestran una vez más las falencias de la política social focalizada frente a las políticas universales. Los subsidios, óigase bien, dependen de la voluntad política de quienes manejan las finanzas públicas.
¿Se pueden imaginar la situación del estudiante pilo muy pilo, que por hambre, malas condiciones de vivienda, falta de recursos para cumplir con las demandas de universidades privadas, no pueda terminar o sacar las notas que toca? Encima de una profunda frustración, queda con una señora deuda, y además con serias dificultades para entrar al segmento bien pagado de este precario mercado laboral que tenemos.
¿No sería mejor, como lo han hecho por siglos los países desarrollados,
financiar la educación pública y dotarla de todo lo necesario
para que subsidien a los buenos estudiantes pobres?
Claro que los centros que los recibieron, —que entre otras se han vuelto los genios del desarrollo urbano con inversiones inmensas en edificios, plazas, salas de concierto que arriendan, etc.—, algo les dan. Pero es evidente que este programa tiene vacíos serios que deben preverse y solucionarse. ¿No sería mejor, como lo han hecho por siglos los países desarrollados, financiar la educación pública y dotarla de todo lo necesario para que subsidien a los buenos estudiantes pobres? De esta manera, los pilos entrarían a la educación terciaria por selección natural.
Ser pilo con hambre es una injusticia, una falla profunda del programa y una muestra más de los vacíos de la política social focalizada que tanto les gusta a estos neoliberales que siguen manejando el país. Esta estrategia estrella de la política educativa del gobierno actual tiene peligros muy serios, porque depende de decisiones políticas y a veces individuales de funcionarios muy bien alimentados con poca o nula sensibilidad social. Señora ministra de Educación, por favor usted —y no solo el programa—, debe "ponerse las pilas" frente a estas grandes falencias en su ejecución.
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