Cuando hablamos de televisión, en principio, nos imaginamos un poder público dónde su misión está fundamentada en el beneficio del televidente, el acto de encender a diario un televisor es la más pura expresión de rebeldía frente a los problemas de la sociedad, de la desinformación, de la ignorancia en un mundo globalizado del que cada individuo hace parte.
En Colombia, los canales privados (Canal Caracol y RCN Televisión), únicos dueños y señores de una población audiovisual de alrededor de 48 millones de colombianos han tomado la decisión desde hace algún tiempo, de llevar a la pantalla las historias de personajes que sinceramente, yo hubiese preferido que la misma guerra donde nos sumergieron, hubiese borrado sus nombres y actos atroces que muy orgullosamente y a los cuatro vientos éstos canales pensaron que era “chévere” transmitir, era comercial, que son historias que “venden”. Sin imaginar que gracias a una pobre educación que posee gran parte del país, especialmente en las zonas más pobres del mismo, tomarían estas “historias de vida” como fuente de inspiración al “entender”, que nada se pierde cuando nada se tiene, y que la acumulación de fortuna express, vale la pena aun cuando una tumba esté a la vuelta de la esquina por los peligros que la profesión del narcotráfico trae consigo misma. Y sí, se desbordó un impulso negativo con efectos perjudiciales para la seguridad del país que ha visto crecer la delincuencia común posterior a la emisión al aire de estos contenidos de seres de la peor calaña y que nada le aportaron a nuestro país, por el contrario, nos dejaron una marca que hasta el día de hoy las grandes industrias como Netflix tiene en su parrilla a la perla antioqueña como gran estrella.
Pero ¿realmente Caracol y RCN tienen idea del gran daño que le han hecho a las juventudes con más problemas de Colombia? Lo dudo francamente. Gracias a éstas “novelas”, éstos canales han hecho del narcotráfico la carrera profesional favorita de los jóvenes pobres en Colombia. Encontrando en ésta oscura carrera la forma más rápida de acumular riquezas, rodearse de bellas mujeres y darse la gran vida, el “vidon” soñado de “El Capo”.
Es posible, que más de uno se pregunte, bueno pero el narcotráfico viene de hace décadas, sí, es cierto. Pero si revisamos las estadísticas de delincuencia común, micro tráfico y el número de pandillas juveniles por ciudad, estadísticas que tiene la policía nacional y conoce, posterior a la primera emisión de la novela “El Capo”, los índices subieron significativamente, tanto, que hoy es indignante que la historia del sicario más grande de Colombia y mejor amigo de la “perla de Antioquia”, aparte de recibir un buen dinero por contar su nada productiva historia, se emita al aire olvidando y peor, burlándose de los cientos de muertos que carga encima éste maquiavélico personaje a quien ni pienso nombrar (aunque hoy desafortunadamente camine por las calles de Medellín como un “Rockstar” y hasta se atreva a grabar videos que publica por internet criticando a políticos y hablando de corrupción con un discurso hasta creíble al mejor estilo de Hugo Chávez), pero que no se escapa a la crítica de un preocupado actor del periodismo.
Finalizo con algo que espero llegue a los ojos y oídos de éstos canales que manchan de rojo las pantallas de nuestros televisores todos los días al finalizar los noticieros de las 7. Colombia sufre de un profundo desconocimiento de la filosofía, la materia que nos permite en términos castizos “no tragar entero”, prueba fehaciente de ello, es el pintoresco alcalde de Cartagena, destacado personaje que a voz populi en una entrevista puntualizó: “que eso de la filosofía no le servía a los muchachos para un reverendo carajo”, Increíble! Entonces, si ese pobre análisis lo encontramos en los máximos cargos públicos de nuestras ciudades, que podemos encontrar o esperar en las millones de cabezas que jamás y nunca han pisado un colegio o han tomado un lápiz si quiera, que los hay por montones, no nos engañemos, los hay y por montones, hasta votan de vez en cuando y de cuando en vez (risas).
Cuando el hombre civilizado y medianamente educado preocupado por buscar a diario el conocimiento encuentra en la autorreflexión que la solución del que “nada tiene” no es ir por la vida a mil por hora y esperar estrellarse con una bala en su pecho en el ocaso de su vida, luego de haber dejado a los suyos en mejor condición económica. Por el contrario, que el progreso está en el trabajo honesto, encontramos que la televisión es el principal motor inspirador del ser humano pensante y “no pensante”, una forma muy sencilla de contribuir al cambio es empezar a contar historias de gente que sin nada consiguieron por la vía legal todo, y cuando me refiero a todo, no sólo hablo de grandes cantidades de dinero, oro y prendas de vestir. Hablo del valor de la HONESTIDAD, muy necesario por estos días en todos los campos de trabajo de nuestro país. Historias como las de los grandes empresarios de Colombia, deportistas, novelistas, seres que no necesariamente pasaron vicisitudes entre la guerra del monte, porque esa es otra, quien ve todas éstas novelas creerá que el colombiano ha vivido toda la vida en una guerra interminable al mejor estilo de Siria y los países de medio oriente. Contemos las historias de aquellos que con trabajo duro, sueños y visión hoy son las caras más reconocidas de nuestro país. Es una burla que en Caracol por ejemplo, se gasten cualquier cantidad de dinero en novelas de narcotraficantes y no se hayan tomado el tiempo para contar la historia de Bavaria y Don Julio Mario Santo Domingo, la compañía más grande de cerveza en Colombia. Cómo nació TCC, RCN Radio son buenos ejemplos para empezar, cómo llegaron a la radio Juan Gossaín, Julio Sánchez Cristo, Edgar Perea. Cómo llegó Montoya a la Fórmula 1, cómo llegó al estrellato Shakira que cuando la veían las emisoras le cerraban la puerta, cómo Don Fuad Char construyó el emporio Olímpica. Investiguen historias bañadas de ejemplo, no bañadas en sangre y cubiertas de polvo. Inspiren a los futuros empresarios de Colombia, ese debe ser el papel de los canales privados INSPIRAR, no sólo, llenarse las carteras de dinero y PEOR mandar a nuestra juventud el mensaje más criminal a la moral de los niños que ven a los “capos” reír en las mieles de los lujos y los emulan, mujeres inspiradas hoy en carreras ilícitas, otra estadística que ha incrementado, la inclusión de las mujeres en la delincuencia, provocado por “sin tetas no hay paraíso” y todas las novelas que ponen a las damas como las “matronas” llenas de guarda espaldas y bajándose de camionetas más grandes que su propia ignorancia, vidas totalmente alejadas de hechos que mañana quisiéramos leer, resaltar o compartir.