Oda a un hombre sencillo
Opinión

Oda a un hombre sencillo

Mientras se movilizaban a sus campamentos, llegaban las respuestas de los guerrilleros a “Una carta para la paz.” Con pocas tildes y muchas “h”, pero con emoción visible y convencimiento

Por:
febrero 12, 2017
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Porque sigo siendo un optimista irredimible o quizás un ingenuo consumado,  me niego a pensar que fue algo planeado o centralmente planificado, pero los escándalos Odebrecht Uribe/Santos y subalternos han opacado y casi borrado uno de los momentos más emocionantes y significativos de la historia reciente del país.  Yo se que en una columna anterior dije que el conflicto armado sirvió de velo para esconder los terribles niveles y las oscuras profundidades a las que habían llegado los corruptos en nuestro país pero, ¡por favor! Obvio que es importante otorgarle el despliegue necesario a la posible llegada de dineros del pulpo brasilero a las campañas presidenciales y a los “intermediarios”, lobistas y llevaderos del país, pero no puede ser a costa de la cobertura y el seguimiento periodístico y de opinión de la última marcha de la guerrilla más antigua del mundo y del inicio, cierto y real, del fin del conflicto armado en Colombia.

Las imágenes de la llegada de las Farc a sus zona de concentración son poderosas y sobrecogedoras. La última vez que vimos imágenes de columnas enteras desplazándose ordenadamente a pie fue en los diálogos del Caguán hace ya casi 20 años, (en el intermedio también vimos el decadente show montado por el Dr. Ternura y Olivo Saldaña con la Cacica Gaitana).  En esa época, las concentraciones y marchas tenían como objetivo demostrar fortaleza y generar zozobra para robustecer y seguir la guerra.  Se repetían los rostros serios, las miradas fijas y el aire de guerreros implacables que iban a combatir hasta el último hombre.  Las imágenes de la semana pasada son muy distintas.  Guerrilleros y guerrilleras moviéndose a pie, en lancha, en bus, en camionetas y en chivas.  Flores, banderas de Colombia y banderas blancas, sonrisas, abrazos y saludos respetuosos, y hasta afectuosos, entre los farianos y los soldados de la patria.  Los miembros de las Farc llevaron sus pocos corotos a las previsiblemente incompletas (¿inexistentes?) zonas veredales, para en unos pocos meses entregar para siempre sus armas e iniciar su proceso de reintegración a la sociedad y al Estado de Derecho.  A la zona veredal de Pondores, en la Guajira, llegaron en panga Alberto y Esperanza, miembros del Frente 59, con Desiré su hija de 1 mes de nacida.  Hija de la transición que esperamos todos jamás oiga el trueno de un fusil y viva, definitivamente, una Colombia en paz.

Precisamente esta semana, y mientras se realizaba la gran movilización de las Farc a sus últimos campamentos, María Adelaida Restrepo, Juana Oberlaender y María Clara Sanín recibían el primer paquete de respuestas a su bella iniciativa: “Una carta para la paz.”  Estas tres talentosas mujeres no se dejaron abrumar por el golpe que les (nos) propinó el triunfo del No el 2 de octubre del año pasado y se pusieron al frente de una iniciativa que logró llevar a diferentes frentes de las Farc más de 500 cartas provenientes de colombianos residentes en 6 países.  Con el propósito de acompañar a los insurgentes en esos momentos de incertidumbre en los que las urnas parecían amenazar el proceso de finalización del conflicto, las  tres constructoras de paz lograron que personas de todas las edades, profesiones y contextos se atrevieran a compartir sus reflexiones y sentimientos con los hombres y mujeres de la guerrilla.  80 miembros del Frente 18, ahora concentrado en la zona veredal de Santa Lucía en Ituango, recibieron y respondieron estos correos.  Con pocas tildes y más “h” de las necesarias, pero con emoción visible y convencimiento, los miembros de las Farc agradecen los mensajes y con un estilo directo y claro comparten sus sueños y esperanzas.  Incluso  en algunas respuestas se cuestionan con respeto las reflexiones y argumentos de los  ciudadanos remitentes pero se reafirma el sueño de una Colombia en paz.  Contrasta el estilo básico y sencillo, con el cual describen su situación y sus sueños la mayoría de los guerrilleros, con la doctrina farragosa y el discurso meticuloso y grandilocuente de los negociadores y miembros del Secretariado.

 

Contrasta el estilo básico y sencillo
con el que describen su situación y sueños la mayoría de los guerrilleros,
con el discurso meticuloso y grandilocuente de miembros del Secretariado

 

 Las imágenes y los textos manuscritos, con sus alcances poderosos, pero también con sus errores de ortografía, nos permiten por primera vez en 50 años acercarnos a la humanidad básica y compartida de estos compatriotas, quienes por muy variadas razones terminaron en el extremo de un fusil.  Se inicia un proceso de humanización, de dejar atrás el concepto de enemigo o de “monstruo” para iniciar el camino hacia el reconocimiento, la tolerancia y, ojalá, de la complicidad en los asuntos de la vida. La inmensa mayoría de quienes retornan a la vida en sociedad no tienen proyectos políticos y sus retos y sueños se parecen mucho a los de la otra gran mayoría que ha sufrido esta guerra: oportunidades, tierra y vivienda, acceso a la salud y a la educación y la posibilidad de buscar su felicidad sin que nadie les haga daño o amenace.

Como decía Neruda en el poema al que pido prestado el título de esta columna: “Ves tu que simple soy, que simple eres. No se trata de nada complicado…”

 

 

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